Las tarifas impuestas por el presidente Trump están generando preocupación en Kentucky, donde se estima que cada familia podría pagar hasta 1.200 euros más cada año. Descubre por qué estas políticas son perjudiciales.

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El senador Mitch McConnell ha expresado su preocupación por las políticas tarifarias del presidente Donald Trump, advirtiendo que podrían tener graves repercusiones para las familias de Kentucky.

Según estimaciones, las tarifas impuestas por el presidente podrían costar a cada habitante de este estado hasta 1.200 euros al año.

La historia nos enseña que las guerras comerciales pueden ser devastadoras. Recordemos la Ley Smoot-Hawley de 1930, que elevó los aranceles a niveles sin precedentes y contribuyó a la Gran Depresión. La Ley abarcaba alrededor del 25% de todas las importaciones, lo que resultó en una drástica reducción del comercio y un aumento en la tensión con los socios comerciales de Estados Unidos.

La lección es clara: las guerras comerciales son costosas y perjudiciales para la economía local.

En tiempos recientes, Trump ha intentado imponer tarifas a varios países, incluyendo a México y Canadá, además de productos clave como el acero y el aluminio.

Aunque algunas de estas tarifas fueron detenidas temporalmente para permitir negociaciones sobre seguridad fronteriza, la preocupación entre los industriales y trabajadores estadounidenses es palpable.

"Las tarifas son simplemente impuestos", expresó el senador Rand Paul, enfatizando que gravar el comercio resulta en menos comercio y precios más altos.

Esta afirmación resuena especialmente en Kentucky, un estado que se beneficia significativamente del comercio internacional. Desde las 75,000 granjas familiares hasta la industria del bourbon, el comercio es vital para la economía local.

Los dueños de tiendas en Kentucky ya están notificando que los precios de sus proveedores están aumentando, lo que significa que los consumidores pagarán más por productos básicos.

Este aumento en los costos no solo afecta a los consumidores, sino que también tiene el potencial de impactar negativamente a cientos de miles de empleos que dependen del comercio con Canadá y México.

La economía de Kentucky está profundamente interconectada con estas naciones vecinas, que compran más de 500.000 millones de euros en bienes y servicios estadounidenses cada año. Las tarifas no solo amenazan los precios de productos locales como el bourbon y la mantequilla de maní, sino que también afectan las cadenas de suministro de la industria automotriz, que dependen de la cooperación internacional.

La inversión extranjera en Kentucky es otro aspecto que podría verse comprometido. Más del 60% de los condados en el estado albergan al menos una empresa internacional, lo que apoya aproximadamente 100,000 empleos. Las empresas eligen operar en Estados Unidos por su compromiso con los mercados libres, y cualquier cambio repentino hacia el proteccionismo puede socavar esta confianza.

Las tarifas imponen un costo adicional a los consumidores y a las empresas, especialmente en tiempos en que las familias ya están lidiando con dificultades económicas.

La respuesta a las preocupaciones de seguridad y competencia desleal debe ser la cooperación con los aliados, no la hostilidad. La historia ha demostrado que las guerras comerciales dañan a los trabajadores más vulnerables.

Con un enfoque en fortalecer las relaciones comerciales en lugar de erosionarlas, se puede lograr un crecimiento duradero y una economía más robusta.

En un momento en que los estadounidenses están ajustando sus cinturones, es fundamental evitar políticas que solo agreguen más carga a sus vidas.