Una grave operación de ciberseguridad obligó a Jaguar Land Rover a detener su producción durante varias semanas, generando efectos en toda su red de proveedores y afectando sus resultados económicos. Además, la salida del director de diseño Gerry McGovern y la estrategia de electrificación del fabricante británico han generado incertidumbre en el mercado automotriz.
La compañía, conocida por sus lujosos vehículos y su historia que se remonta a principios del siglo XX, tuvo que detener sus líneas de ensamblaje durante varias semanas, lo que supuestamente afectó su capacidad de entrega y generó pérdidas millonarias.
La interrupción se produjo a finales de agosto y presuntamente fue uno de los ataques cibernéticos más severos en la historia reciente del sector automotriz europeo.
Este incidente ha tenido un impacto directo en la red de proveedores de JLR, muchas de las cuales también experimentaron retrasos en la fabricación y entregas.
Se estima que esta interrupción causó un retraso en la producción de más de 20,000 vehículos en todo el mundo, lo que equivale a una pérdida aproximada de unos 3 millones de euros en ingresos para la firma.
La crisis en la cadena de suministro no solo afectó a los modelos tradicionales, sino también a la importante estrategia de electrificación de la marca, que busca lanzar varios modelos 100% eléctricos en los próximos años.
Supuestamente, este ciberataque se atribuye a un grupo de hackers que operan desde Europa del Este, aunque las investigaciones oficiales aún no han confirmado su origen.
La compañía de #ciberseguridad supuestamente detectó que el ataque fue llevado a cabo mediante ransomware, que encripta los sistemas internos y exige un rescate para liberar los datos.
La situación llevó a JLR a activar sus protocolos de emergencia, que incluyeron la desconexión de sistemas críticos y la suspensión temporal de las operaciones en sus plantas de producción en Reino Unido, China, y otros países.
Este incidente se produce en un contexto de grandes cambios para #Jaguar Land Rover
Este incidente se produce en un contexto de grandes cambios para Jaguar Land Rover. La firma británica, que en 2023 vendió aproximadamente 40,000 unidades de su Range Rover y unos 50,000 Defender, con un beneficio medio de 21,000 euros por vehículo en Land Rover, ha estado en medio de una transformación estratégica.
La salida del reconocido director de diseño Gerry McGovern, presuntamente motivada por diferencias internas y por la necesidad de acelerar su plan de electrificación, ha generado incertidumbre en el mercado y entre los empleados.
Supuestamente, McGovern fue despedido justo dos semanas después de que el nuevo CEO de JLR, un especialista en finanzas, asumiera el cargo. La estrategia de la compañía, que incluye la creación de plataformas específicas para vehículos eléctricos, como la EMA y la MLA-Flex, se enfrenta a desafíos considerables, ya que cambios en el plan de producción y en las plataformas tecnológicas requieren de inversiones millonarias y de tiempo, recursos que supuestamente escasean en la actual coyuntura económica.
Desde sus inicios, Jaguar #Land Rover ha sido pionera en innovación automotriz, con un legado que se remonta a la introducción del primer vehículo de lujo en los años 30 y el desarrollo de tecnologías de tracción en las cuatro ruedas.
Sin embargo, en los últimos años, la compañía ha tenido que adaptarse a un mercado en rápida transformación, donde la electrificación y la sostenibilidad son prioritarios.
La supuesta interrupción causada por el ciberataque podría retrasar aún más sus objetivos en un entorno donde competidores como BMW, Audi y Tesla avanzan rápidamente en sus estrategias de vehículos eléctricos.
En definitiva, el ciberataque a Jaguar Land Rover representa un recordatorio de la vulnerabilidad tecnológica que enfrentan las grandes corporaciones en la era digital.
