Una revisión reciente muestra que la clásica estrategia de inversión 60/40, que combina acciones y bonos, se está consolidando nuevamente como una opción sólida para los inversores que buscan equilibrio entre riesgo y rentabilidad en un entorno financiero cambiante.

La estrategia de inversión conocida como la regla 60/40, que consiste en destinar aproximadamente el 60% del portafolio a acciones y el 40% a bonos, está experimentando un resurgir en popularidad entre los inversores que buscan un equilibrio adecuado entre riesgo y rendimiento.
Aunque en los últimos años había sido cuestionada tras malos resultados en 2022, los análisis recientes indican que esta fórmula sigue siendo una opción viable, incluso en tiempos de incertidumbre económica.
Históricamente, la regla 60/40 ha sido considerada un pilar en la gestión de carteras, especialmente para aquellos que están cerca de la jubilación o buscan una estrategia conservadora pero con potencial de crecimiento.
La idea central es aprovechar la rentabilidad de las acciones, que aunque más volátiles, ofrecen mayores retornos a largo plazo, mientras que los bonos aportan estabilidad y protección contra las caídas del mercado.
Un informe reciente de Morningstar, una firma reconocida en análisis financiero, revela que una cartera tradicional 60/40 logró una rentabilidad cercana al 15% en 2024, superando las expectativas de muchos inversores.
Este resultado ha sido particularmente significativo tras un período en el que tanto acciones como bonos sufrieron pérdidas en 2022, debido a las tensiones comerciales y a las políticas monetarias restrictivas.
En aquel año, los activos de renta variable y fija cayeron un 18.6% y un 13.7% respectivamente, en medio de una inflación elevada y la incertidumbre global.
A pesar de estos contratiempos, la estrategia 60/40 ha demostrado ser resistente. La clave está en su capacidad para ofrecer una diversificación sencilla y efectiva, que ayuda a suavizar los altibajos del mercado. Un análisis de largo plazo muestra que, en las últimas cinco décadas, las carteras 60/40 han logrado superar en rendimiento ajustado por riesgo a las estrategias que invierten únicamente en acciones.
Para entender mejor, compararon diferentes portafolios: uno compuesto solo por acciones, otro diversificado en 11 clases de activos, y el clásico 60/40.
Los resultados muestran que, en un período de 10 años, las acciones puras crecieron aproximadamente un 12.7% anual, mientras que la cartera 60/40 alcanzó un 8.3%, y la diversificada, un 6%. A 20 años, estos números ascendieron a 10.4%, 7.8% y 6.7% respectivamente.
Uno de los aspectos más valorados del enfoque 60/40 es su perfil de riesgo. La diversificación mediante bonos ayuda a reducir la volatilidad total del portafolio, proporcionando una protección en momentos de crisis. En 2022, a pesar de que tanto acciones como bonos sufrieron pérdidas, la combinación aún brindó cierta estabilidad y permitió a los inversores mantener sus objetivos a largo plazo.
No obstante, no todos los expertos consideran que esta estrategia sea ideal para todos. La asesora financiera Catherine Valega señala que los inversores jóvenes, en sus 20 o 30 años, deberían considerar una mayor exposición a acciones, incluso llegando al 80% o 100%, para aprovechar el crecimiento a largo plazo.
La estrategia 60/40 está más indicada para quienes están cerca de la jubilación o ya disfrutan de los beneficios de la inversión a largo plazo.
En la actualidad, algunos expertos advierten que los bonos pueden ser menos efectivos como cobertura, debido a la volatilidad y a las perspectivas de tasas de interés en aumento.
Como alternativa, sugieren invertir en instrumentos de renta fija con un rendimiento estable, como depósitos a plazo y fondos del mercado monetario, que ofrecen intereses superiores al 4% en Europa y brindan mayor seguridad.
En conclusión, la regla 60/40 continúa siendo una estrategia sólida para muchos inversores, especialmente en un escenario donde la diversificación sencilla puede marcar la diferencia.
La clave está en ajustarla según el perfil de riesgo y los objetivos de cada uno, y en mantener una visión a largo plazo que permita aprovechar las oportunidades que ofrecen los mercados.
Con el tiempo, la historia demuestra que una cartera equilibrada puede ofrecer una rentabilidad atractiva con menor exposición a las caídas del mercado, ayudando a los inversores a navegar en tiempos de incertidumbre y a prepararse para un retiro más tranquilo.