Más de un millón de trabajadores en Estados Unidos han abierto cuentas de ahorro para la jubilación a través del programa Auto-IRA, marcando un hito en la estrategia para incrementar el ahorro en la vejez. Este avance refleja cambios en las políticas y el interés por facilitar el acceso a planes de retiro, especialmente en pequeñas empresas y entre los trabajadores sin beneficios laborales. La iniciativa ha permitido que millones de personas ahorren de manera automática y sencilla, contribuyendo a reducir la brecha de jubilación en el país. Sin embargo, aún quedan muchos desafíos por enfrentar para que todos los trabajadores tengan acceso a un ahorro adecuado para su retiro.

En la actualidad, más de un millón de trabajadores en Estados Unidos han iniciado su camino hacia una jubilación segura gracias a la implementación del programa Auto-IRA, un sistema automatizado de ahorro para la vejez que ha tenido un impacto significativo en la cultura del ahorro en el país.
Este logro representa un avance importante en la lucha contra la falta de preparación financiera para la vejez, un problema que ha persistido durante décadas y que afecta principalmente a las personas con ingresos bajos y medianos.
Desde su creación, las cuentas Auto-IRA han permitido que trabajadores sin acceso a planes de jubilación tradicionales puedan comenzar a ahorrar de manera sencilla y automática, eliminando muchas de las barreras que anteriormente impedían que estas personas pudieran prepararse para el retiro.
Este sistema funciona mediante la inscripción automática en cuentas de ahorro, con aportes deducidos directamente de los salarios, lo que incrementa las probabilidades de que los fondos se acumulen con el tiempo.
La iniciativa se originó en algunos de los estados con mayor población y economía, como Oregón, Illinois y California, que fueron pioneros en lanzar estos programas.
Hasta marzo de 2025, el total de cuentas abiertas en estos sistemas supera el millón, con un monto acumulado de aproximadamente 1.8 mil millones de euros (equivalente a 2 mil millones de dólares en la tasa de cambio actual). Los ahorros destinados a la jubilación en estas cuentas han mostrado una tendencia positiva, lo que demuestra que cuando el proceso de ahorro es fácil y automatizado, la participación aumenta considerablemente.
Este avance no solo es un indicador de la aceptación de las herramientas de ahorro automáticas, sino también un reflejo de la voluntad política de incentivar una cultura de ahorro en todos los sectores económicos.
La dificultad que enfrentan muchas pequeñas empresas para ofrecer planes de jubilación a sus empleados es uno de los principales obstáculos que estas iniciativas buscan superar.
Según estudios, en compañías con menos de 10 empleados, más del 75% de los trabajadores no tienen acceso a ningún plan de pensiones, lo que deja a una gran parte de la fuerza laboral sin una red de seguridad financiera para la vejez.
Históricamente, la falta de cultura de ahorro y la baja penetración de planes de jubilación en las clases trabajadoras ha sido un problema persistente en Estados Unidos.
Los datos muestran que solo alrededor del 13% de los hogares con ingresos bajos tenían algún tipo de cuenta de retiro en 2022, mientras que en los hogares de mayores ingresos esa proporción superaba el 90%.
Esto evidencia la desigualdad en el acceso y en la cultura del ahorro, que las iniciativas como Auto-IRA buscan disminuir.
Expertos en finanzas y políticas públicas resaltan que estas cuentas automáticas pueden ser clave para cambiar esa realidad, al facilitar la participación de millones de personas que, de otro modo, no ahorrarían por iniciativa propia.
La automatización y la simplicidad son los principales factores que contribuyen a que más trabajadores puedan comenzar a construir un patrimonio para su jubilación.
A pesar de los avances, todavía queda mucho por hacer. La meta es ampliar estos programas a nivel nacional y lograr que todos los trabajadores, independientemente de su empresa o nivel de ingreso, tengan acceso a un plan de ahorro para el retiro.
La experiencia en Estados Unidos puede servir como ejemplo para otros países que enfrentan problemas similares en la construcción de una cultura de ahorro para la vejez y en la protección del bienestar financiero en la tercera edad.