La tenista estadounidense Amanda Anisimova logra su primera semifinal en Wimbledon, demostrando una notable evolución tras un año de cambios y superación personal. Su regreso al circuito se ha visto acompañado de una serie de logros que consolidan su renacimiento deportivo y mental.

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La joven de 23 años, hija de inmigrantes rusos, ha demostrado que las adversidades pueden convertirse en oportunidades de crecimiento, especialmente tras un período marcado por profundas dificultades personales y profesionales.

Su camino hacia esta histórica clasificación no ha sido fácil. Anisimova debutó en el circuito profesional en 2018 y, en poco tiempo, se destacó por su estilo agresivo y su talento natural. La temporada de 2019 fue su gran explosión, especialmente por su actuación en Roland Garros, donde eliminó a la defensora del título, Simona Halep, a sus 17 años, colocándola en la élite del #tenis femenino.

Sin embargo, en ese momento, la inesperada pérdida de su padre y entrenador Konstantin, debido a un paro cardíaco a los 52 años, la sumió en una profunda crisis emocional.

Este golpe devastador ocurrió en un momento en el que la carrera de Anisimova empezaba a consolidarse, y la joven atleta describe esa época como el período más duro de su vida.

La pérdida de su figura paterna, que también era su principal apoyo profesional, la llevó a un retiro temporal del circuito en 2020, durante el cual se enfocó en su salud mental y en recuperarse de la tristeza.

Durante esos meses, se alejó del tenis y dedicó tiempo a sus estudios en ciencias empresariales y psicología, así como a actividades artísticas, principalmente la pintura, que le ayudaron a encontrar un equilibrio emocional.

Tras un retiro de casi cuatro meses sin jugar, Anisimova decidió volver a las canchas en enero de 2024. Los resultados no tardaron en llegar: alcanzó los octavos de final en el Australian Open, perdió en esa ocasión contra Aryna Sabalenka, posteriormente fue finalista en el torneo de Toronto, y cerró el año en el puesto 40 del ranking mundial.

El 2025 ha sido un año de consolidación y progresos sorprendentes. La estadounidense ganó su primer torneo de categoría WTA 1000 en Doha, además de alcanzar su mejor puesto en el ranking, situándose en el puesto 12.

Su participación en #Wimbledon ha sido especialmente significativa

Su participación en Wimbledon ha sido especialmente significativa; allí, logró avanzar a las semifinales, un logro que nunca antes había alcanzado en un Grand Slam, y convirtiéndose en la primera jugadora de Estados Unidos en lograrlo desde Jennifer Capriati en los años 90.

Su trayecto en el torneo fue marcado por actuaciones sólidas y decisiones conscientes. En los cuartos de final, venció a la rusa Anastasia Pavlyuchenkova en sets corridos 6-1 y 7-6 (11-9), demostrando un carácter firme y una madurez que sorprenden a propios y ajenos.

Para enfrentar a Aryna Sabalenka en la semifinal, Anisimova admitió que las expectativas han aumentado, pero también afirmó que mantiene una mentalidad de enfoque en el presente, aplicando las lecciones aprendidas durante su período de recuperación.

La rivalidad entre ambas jugadoras será uno de los duelos más interesantes del torneo. Sabalenka, número uno del mundo, llega a esas instancias tras haber disputado finales en los dos primeros grandes del año y mostrando cierta vulnerabilidad en su último partido de cuartos, donde tuvo que superar a Laura Siegemund en un encuentro muy peleado.

Por su parte, Anisimova llega con la confianza de haber superado obstáculos importantes y con la inspiración de su historia de superación.

Más allá de los logros deportivos, lo que realmente destaca es la transformación personal de Amanda Anisimova. Ella misma ha expresado que su tiempo alejada del deporte profesional le permitió redescubrir el amor por el tenis, además de fortalecer su carácter y su resiliencia.

En declaraciones recientes, afirmó que intenta mantener la concentración en sus objetivos y disfrutar de cada momento en la cancha, como una forma de honrar todo lo que ha pasado.