La suspensión del IPL en Dharamsala por conflictos militares dejó a los equipos en medio de la incertidumbre y la confusión, afectando a jugadores y staff en un momento de tensión internacional.

El 8 de mayo en Dharamsala, la noche estuvo marcada por un ambiente de caos, rumores y falta de claridad para los jugadores y el personal de los Royal Challengers Bengaluru (RCB) cuando el partido del IPL fue cancelado de forma inesperada.
La confusión se apoderó del equipo cuando, mientras regresaban en autobús al hotel tras una sesión de entrenamiento, vieron en sus teléfonos las imágenes de los jugadores de Punjab Kings y Delhi Capitals abandonando el estadio en la oscuridad, sin explicaciones claras.
La suspendida temporada del IPL 2023 se vio abruptamente interrumpida debido a un conflicto militar entre India y Pakistán, que generó una situación de tensión política en la región.
El director de cricket de RCB, Mo Bobat, explicó que la noche fue muy tumultuosa. “Intentamos mantener la calma y recopilar toda la información posible del BCCI, además de comunicar con la mayor claridad posible a los jugadores y el staff”, comentó.
Bobat, quien fue director de rendimiento de la selección inglesa masculina en el pasado, agregó que “la noche fue bastante intensa. Nosotros habíamos practicado el día anterior al partido contra Lucknow Super Giants y, en el autobús de regreso, muchos estaban viendo en sus teléfonos el partido entre Punjab y Delhi, cuando de repente notaron que las luces del estadio se apagaron y los jugadores salieron del campo”.
Solo al llegar al hotel, el equipo empezó a entender mejor lo que estaba sucediendo.
La incertidumbre creció cuando, al día siguiente, se confirmó que la competencia sería suspendida temporalmente. “Pensamos que la suspensión sería por un corto período, pero claramente no fue así. La situación de conflicto nos sorprendió a todos y no se resolvió tan rápidamente como esperábamos”, explicó Bobat. La preocupación principal era la seguridad de los jugadores, tanto indios como internacionales, que rápidamente querían regresar a sus hogares debido a la gravedad del conflicto.
Para los jugadores extranjeros, la situación fue aún más delicada. El cuerpo técnico, incluido el entrenador principal Andy Flower, se reunió con ellos para discutir sus preferencias y planear su regreso. “Muchos expresaron su deseo de volver a casa, entendiendo que era un momento de incertidumbre. Les aseguramos que, si era necesario, volverían a jugar en cuanto la situación se estabilizara”, dijo Bobat. La reagrupación de los jugadores internacionales, que habían salido del país, fue una tarea compleja que requirió garantías de seguridad y coordinaciones con los respectivos consejos de cricket de sus países: la ECB, Cricket Australia, Cricket South Africa y West Indies.
El lunes por la noche se recibió la noticia de que el torneo volvería a reanudarse. A partir de ese momento, el equipo se dedicó a recopilar toda la información de seguridad posible para comunicarla a los jugadores y coordinar su regreso.
“Tuvimos que hacer llamadas en videoconferencia con los jugadores extranjeros, explicarles los detalles de seguridad, el plan de regreso y cómo el equipo de RCB se encargará de su bienestar”, comentó Bobat.
Además, se comunicaron con las autoridades de cricket de cada país para asegurarse de que no hubiera impactos negativos en sus calendarios y compromisos.
El proceso de retorno fue una operación logística importante. Se establecieron protocolos estrictos para garantizar la seguridad de todos los involucrados y se coordinó con las embajadas y los organismos de seguridad de cada nación.
La prioridad era que los jugadores se sintieran seguros, tranquilos y apoyados en todo momento, mientras la crisis política en la región se mantenía tensa.
Este incidente no solo afectó a los equipos y jugadores, sino que también puso en evidencia la fragilidad del calendario del cricket internacional ante conflictos políticos y militares.
Históricamente, el cricket ha sido un deporte que une a diferentes países, pero también ha sido escenario de momentos de tensión que han obligado a suspensiones y reorganizaciones, como ocurrió en los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú o en los torneos de cricket durante conflictos en Sri Lanka y Pakistán.
En definitiva, la suspensión del IPL en Dharamsala fue un recordatorio de cómo los eventos políticos pueden impactar en el deporte y la vida de los atletas en medio de una crisis internacional.
La rápida respuesta de las autoridades y la coordinación entre los diferentes cuerpos de cricket internacionales permitieron gestionar la situación y garantizar la seguridad de los jugadores, pero también dejaron en evidencia la vulnerabilidad de eventos deportivos ante conflictos de gran escala.