El encuentro entre Independiente Rivadavia y Riestra culminó sin goles, pero dejó un rastro de controversias por varias decisiones arbitrales.

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En una noche calurosa y tranquila en Mendoza, el partido que cerró la Liga Profesional entre Independiente Rivadavia y Riestra finalizó con un empate sin goles, pero estuvo marcado por varias polémicas.

El equipo de Vélez, dirigido por Gustavo Quinteros, ya había asegurado el campeonato, lo que dejó a estos equipos sin posibilidades de luchar por el título, generando un encuentro sin mucha emoción desde lo deportivo.

Sin embargo, el primer tiempo no tardó en transformarse en un escenario de controversia.

En un momento clave de la primera mitad, el defensor local Iván Villalba intentó despejar con un cabezazo, pero el delantero de Riestra, Gustavo Fernández, impactó con su codo en la frente de Villalba, quien quedó tendido en el terreno de juego con una herida que comenzó a sangrar.

El árbitro Juan Pafundi, que ya había dirigido varios partidos en la competición, amonestó a Fernández con tarjeta amarilla, lo que generó un gran reclamo por parte de los futbolistas de Rivadavia.

Los jugadores no tardaron en expresar su descontento con la decisión del árbitro, considerando que la acción era para sancionar con tarjeta roja. Villalba, aunque ensangrentado, se dirigió al árbitro para solicitar justicia, mientras tanto, el VAR fue llamado a intervenir. Tras revisar la jugada, se decidió que la acción de Fernández no había sido intencional, permitiendo que el encuentro continuara sin cambios en la sanción.

El segundo tiempo trajo más tensión al partido; un planchazo de Tobías Ostchega sobre Cristian Paz provocó que los jugadores de Riestra exigieran otra revisión, ya que consideraban que el árbitro estaba siendo inconsistente con sus decisiones.

Sin embargo, Pafundi optó por mostrar solo una tarjeta amarilla una vez más.

Una de las jugadas más discutidas ocurrió cuando Mauricio Cardillo anotó un gol de cabeza que fue anulado después de que el VAR revisara la jugada.

En el inicio de esa acción, se había producido una falta en el área que no fue sancionada, lo que llevó al árbitro a decidir que el gol quedaba invalidado por un presunto fuera de juego.

Esto generó aún más frustración entre los aficionados y jugadores de Independiente Rivadavia.

Finalmente, la atmósfera del estadio se encendió con fuegos artificiales que fueron lanzados por la dirigencia local, provocando una espera adicional al final del encuentro.

Aunque el partido concluyó sin goles, el espectáculo dejó un resabio de controversia y discusión sobre las decisiones arbitrales, evidenciando nuevamente la sensibilidad y tensión que el fútbol genera en su entorno.

Este tipo de situaciones no son ajenas al mundo del deporte, donde los árbitros deben tomar decisiones en milésimas de segundo, a menudo bajo el escrutinio del VAR, y esto solo aumenta el debate sobre su efectividad.

Al final, lo que debería haber sido una simple celebración del cierre de la liga se convirtió en un sinfín de reclamos que permanecerán en la memoria de los hinchas y jugadores.