La selección argentina brilla con una histórica victoria sobre Brasil, rompiendo dos décadas de estancamiento en el clásico. Un partido memorable que reafirma la grandeza del equipo.

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La noche del fútbol puede ser a veces cruel y caprichosa, especialmente para los amantes del juego. ¿Cómo es posible que Lionel Messi, uno de los más grandes de todos los tiempos, tuviera que conformarse con ver la electrizante victoria de Argentina contra Brasil (4-1) desde la comodidad de su hogar? La afición argentina atesorará este evento deportivo en su memoria, especialmente porque fue un hito: no solo se celebró el triunfo, sino que también se aseguró la clasificación al Mundial 2026, el número 19 en la historia de la selección argentina, con 14 participaciones consecutivas.

Este resultado rompió una barrera psicológica que pesaba sobre el equipo argentino, que había pasado 20 años sin conseguir una victoria en casa ante su eterno rival.

Este enfrentamiento, por lo tanto, tuvo un significado aún más relevante. Sin embargo, a pesar de la ausencia de Messi, el equipo argentino demostró una cohesión y solidez admirables, evidenciadas en el compromiso total de todos los jugadores.

Como bien dijo su entrenador, Lionel Scaloni, el equipo no sufre con las ausencias.

La historia de este Superclásico se remonta a varias décadas, pero pocos partidos pueden compararse con la claridad y contundencia del que se vivió el pasado fin de semana.

Ni siquiera los momentos de tensión, como el error de 'Cuti' Romero que permitió el gol de Matheus Cunha y que parecía abrir una pequeña ventana a la esperanza brasileña, pudieron oscurecer la efectividad de la selección argentina.

En realidad, Argentina mostró una capacidad para responder de inmediato, como lo hizo cuando Alexis Mac Allister marcó el gol que selló la victoria.

Argentina vivió más de una docena de minutos de euforia, un periodo que los hinchas recordarán por el ritmo frenético y la calidad del juego. Julián Álvarez brilló al aprovechar una oportunidad neta, demostrando por qué se considera uno de los mejores delanteros del mundo. En otra jugada brillante, Enzo Fernández envió un centro perfecto que Mac Allister convirtió en el tercer tanto. El estadio estalló de júbilo; incluso el famoso canto de 'Ole' resonaba más fuerte que nunca.

El partido también tuvo sus momentos de controversia. Raphinha, jugador brasileño, se convirtió en el objetivo de las iras del público y de los jugadores argentinos. La tensión se palpaba en el aire, y los incidentes se sucedieron hasta el final del primer tiempo. En una jugada desafortunada, el arquero argentino Emiliano 'Dibu' Martínez estuvo involucrado en un choque que claramente levantó los ánimos.

La voracidad de la selección se reflejó en la carrera de Giuliano Simeone, quien aprovechó una bola suelta y la colocó en el ángulo de la portería, sellando así un marcador que no se veía en partidos entre estas dos naciones desde la fatídica derrota de Brasil (1-7) ante Alemania en 2014.

Con esta victoria, Argentina también se posiciona firmemente en la historia reciente de las eliminatorias.

A veces, el deporte puede parecer desleal. Sin embargo, la selección argentina se levantó con una actuación que no solo contentó a su afición, sino que también resonará alrededor del mundo.

El espectáculo fue un real reflejo del buen estatus del fútbol argentino, que invita a soñar y que infunde respeto en el resto de las selecciones. La despedida fue para Raphinha, pero el verdadero espectáculo fue el que brindó el equipo argentino.