La FIA ha emitido una carta respaldando al Automóvil Club Argentino (ACA) y solicitando soluciones a la crisis institucional en el automovilismo argentino, coincidiendo con el regreso de Franco Colapinto a la Fórmula 1.
El regreso de Franco Colapinto a la Fórmula 1 ha sido un motivo de celebración para el automovilismo argentino, marcando un hito tras 23 años de ausencia en la categoría reina.
Este acontecimiento revitaliza la ilusión de que Argentina podría albergar nuevamente un Gran Premio de F1, lo que representaría un regreso significativo a la élite del automovilismo mundial.
Sin embargo, este resurgimiento contrasta dramáticamente con la crisis institucional que enfrenta el deporte en el país.
En medio de las esperanzas renovadas, el conflicto entre el Automóvil Club Argentino (ACA) y la Asociación Corredores de Turismo Carretera (ACTC) ha alcanzado niveles críticos.
La situación ha llevado a la Federación Internacional del Automóvil (FIA) a intervenir.
Recientemente, el presidente del ACA, César Carman, recibió una carta oficial de la FIA, firmada por Fabiana Ecclestone, vicepresidenta del área deportiva de América del Sur y esposa del célebre Bernie Ecclestone, excomisionado de la Fórmula 1.
La misiva no solo felicita a Carman por el regreso de Colapinto, sino que también se refiere a la necesidad de resolver los problemas institucionales que afectan al automovilismo argentino.
Ecclestone señaló que la llegada de un piloto argentino a la parrilla de F1 era motivo de orgullo y recordó su experiencia en el último Gran Premio celebrado en Buenos Aires, el cual fue muy bien recibido por pilotos y aficionados.
Sin embargo, el punto más crítico de la carta radica en la advertencia sobre la necesidad de organizar los eventos deportivos conforme al Código Deportivo Internacional (ISC). Ella destacó la importancia de que tanto el ACA como la ACTC resuelvan sus diferencias para asegurar un funcionamiento saludable del automovilismo en Argentina.
El respaldo de la FIA al ACA sugiere que la entidad tiene un rol crucial en la regulación del deporte automotor en el país.
En este contexto, la lucha entre el ACA y la ACTC afecta la gestión de distintas categorías del deporte motor, provocando que varias se desvíen hacia la fiscalización de la ACTC. La creación de nuevas divisiones ha intensificado esta competencia, dejando al ACA en una posición desventajosa y sin una clara solución a la vista.
Ahora, el ACA está determinado a recuperar su rol preponderante en la regulación del automovilismo nacional, apoyándose en la Comisión Deportiva Automovilística (CDA) para tal fin.
Las autoridades del ACA han manifestado que están dispuestas a utilizar todos los recursos legales a su alcance para llevar a cabo las recomendaciones que les ha solicitado la FIA.
El camino a seguir parece difícil y lleno de obstáculos, pero el regreso de Colapinto puede servir como catalizador para revivir el interés en el automovilismo argentino.
No obstante, la solución a los conflictos internos debe ser prioridad para garantizar un futuro estable y exitoso para el automovilismo en el país.