La apertura de la calle Dorrego y Otero en Villa Crespo-Chacarita revitaliza el espacio público, elimina riesgos y promueve la convivencia vecinal.

En el barrio de Villa Crespo, situado en la Comuna 15 de Buenos Aires, una importante obra urbana ha logrado transformar un espacio que durante años representó un problema de accesibilidad y seguridad para los vecinos y transeúntes.
La intervención, llevada a cabo en la intersección de las calles Dorrego y Otero, buscó resolver los efectos negativos provocados por la elevación del Viaducto San Martín, que dejó un vacío urbano en esa zona, generando un espacio de difícil acceso y uso precario.
El proyecto, que se inició con la finalidad de recuperar esa área y convertirla en un espacio público seguro y funcional, consistió en la construcción de un paso a nivel mixto, con calzada y veredas al mismo nivel, facilitando la movilidad tanto de peatones como de vehículos.
Además, se incorporaron áreas verdes, mobiliario urbano y equipamiento deportivo, con el objetivo de promover actividades recreativas y deportivas en un entorno accesible y amigable.
Históricamente, la elevación del ferrocarril San Martín en la ciudad de Buenos Aires ocurrió en la década de 1930, cuando el crecimiento urbano demandó soluciones para reducir los cruces a nivel y mejorar la fluidez del transporte.
Sin embargo, estos cambios también generaron zonas de vacío y espacios abandonados en muchas áreas, como en Villa Crespo y Chacarita. La intervención en Dorrego y Otero busca revertir esa tendencia, promoviendo un urbanismo que priorice la integración social y la seguridad.
La obra incluyó la colocación de pavimento intertrabado en tonos grises, delimitado con bolardos para proteger a los peatones, y la incorporación de veredas accesibles con sectores de descanso y mobiliario adecuado.
También se diseñaron canteros elevados y a nivel con especies nativas, que además cuentan con un sistema de riego automático para mantenerlos en buenas condiciones.
Como parte de las mejoras, se instalaron muros verdes en columnas del viaducto, que aportan un valor estético y contribuyen al cuidado del medio ambiente.
Otra innovación destacada fue la incorporación de una posta de calistenia, equipada con superficies drenantes y elementos para la práctica de actividades físicas al aire libre.
Esta propuesta fomenta estilos de vida activos y saludables, y responde a la tendencia global de promover el ejercicio en espacios públicos urbanos.
La importancia de estos trabajos no solo radica en la mejora visual y funcional del espacio, sino también en su impacto social. La apertura de la calle Dorrego y Otero dejó de ser un paso riesgoso y se convirtió en un espacio público que fomenta la convivencia y la integración entre vecinos y visitantes.
Este tipo de intervenciones forma parte de una política urbana que busca transformar Buenos Aires en una ciudad más segura, accesible y amigable para todos.
A lo largo de la historia, Buenos Aires ha llevado adelante diversos proyectos para mejorar la calidad de vida en sus barrios, desde la creación de parques hasta la peatonalización de avenidas principales.
La recuperación de espacios bajo los viaductos, como en este caso, es una tendencia que ha ganado fuerza en los últimos años, promoviendo la utilización de terrenos que estaban en desuso y convirtiéndolos en puntos de encuentro y actividad comunitaria.
La inversión en esta obra, que en euros equivale a aproximadamente 10.000 euros por metro cuadrado de intervención, refleja el compromiso del Gobierno de la Ciudad en mejorar la infraestructura urbana y promover entornos seguros y sostenibles.
La transformación de Dorrego y Otero es un ejemplo claro de cómo una intervención bien planificada puede generar un impacto positivo en la vida diaria de los habitantes, promoviendo un barrio más integrado, inclusivo y dinámico.