Una serie de políticos en Malasia han sido amenazados por ciberdelincuentes que utilizan deepfakes para extorsionarlos, exigiendo sumas millonarias en euros bajo amenazas de difundir contenido pornográfico manipulado con inteligencia artificial.
Kuala Lumpur, 16 de septiembre de 2025: Al menos una decena de políticos en Malasia supuestamente han sido víctimas de una sorprendente estafa de extorsión mediante videos manipulados por inteligencia artificial, conocidos como deepfakes.
Los ciberdelincuentes supuestamente enviaron correos electrónicos con amenazas de divulgar clips pornográficos falsificados que usan sus rostros, a menos que pagaran un monto que equivale a aproximadamente 85,000 euros.
Entre los afectados se encuentran figuras de alto perfil, como el Ministro de Comunicaciones Fahmi Fadzil, el exministro de Economía Rafizi Ramli, así como diversos diputados y líderes estatales.
La policía malasia ha iniciado una investigación formal y supuestamente solicitará ayuda a Google para rastrear el origen de los correos electrónicos, que según informes de medios internacionales, fueron enviados a través de Gmail y contenían códigos QR para facilitar las transferencias de dinero.
Este método de extorsión revela una sofisticada operación de ciberdelincuencia, que combina técnicas de ingeniería social con el uso de tecnología avanzada para crear videos falsificados hiperrealistas.
Los correos también incluían capturas de pantalla de supuestos videos pornográficos creados mediante IA, lo que aumentaba la sensación de amenaza entre las víctimas.
Fahmi Fadzil, quien también fue víctima en esta ocasión, advirtió que los responsables podrían enfrentarse a penas de hasta dos años de prisión bajo la legislación malasia.
Además, resaltó que este tipo de ataques no solo afectan a los políticos individualmente, sino que representan una amenaza directa a las instituciones democráticas del país.
Supuestamente, estos ataques se enmarcan en un contexto donde el uso de deepfakes y otras tecnologías de manipulación digital ha ido en aumento en todo el mundo.
La historia de estas tecnologías se remonta a los primeros experimentos con imágenes generadas por computadora en los años 60, pero en las últimas décadas su uso se ha expandido peligrosamente en ámbitos del cibercrimen y la desinformación.
En los últimos años, países como Estados Unidos y China han desarrollado regulaciones específicas para controlar el uso de deepfakes, ante la creciente preocupación por su potencial para dañar la reputación, manipular elecciones o generar caos social.
La supuesta existencia de este tipo de extorsiones en Malasia refleja la urgencia de fortalecer las capacidades de ciberseguridad en todo el mundo.
Hasta ahora, los políticos afectados han negado cualquier participación en los videos falsificados y han calificado la situación como un intento malicioso de dañar su imagen.
Sin embargo, las autoridades locales han recibido varias denuncias y continúan investigando para identificar a los responsables de esta campaña de extorsión digital.
En un contexto global, estos incidentes subrayan la importancia de la educación digital y la protección de datos personales. La proliferación de tecnologías de manipulación digital genera un nuevo campo de batalla en la lucha contra la desinformación y los delitos cibernéticos.
La comunidad internacional está cada vez más alerta ante la necesidad de establecer marcos legales que puedan responder a estos desafíos emergentes.
Supuestamente, en el pasado, otros países también han enfrentado casos similares, donde figuras públicas han sido víctimas de videos falsificados, generando debates sobre los límites éticos y legales del uso de la inteligencia artificial.
La historia demuestra que la tecnología, si se usa con fines maliciosos, puede tener consecuencias graves para las democracias y la estabilidad social.
Mientras tanto, las autoridades en Malasia continúan trabajando para identificar a los responsables y prevenir futuros ataques, en un esfuerzo por proteger a sus representantes políticos y mantener la integridad de sus instituciones democráticas en medio de una era digital cada vez más compleja.