Una tendencia inesperada en el mercado inmobiliario revela que las generaciones mayores están liderando las compras de viviendas, mientras los jóvenes enfrentan obstáculos económicos para acceder a la propiedad. ¿Qué implica esto para el futuro del mercado habitacional?

En los últimos meses, los datos del mercado inmobiliario en Estados Unidos muestran una tendencia que desconcierta a muchos analistas: los Baby Boomers, la generación nacida entre 1946 y 1964, están liderando las compras de viviendas en comparación con los millennials, nacidos entre 1981 y 1996.

Esta realidad plantea preguntas sobre el futuro del acceso a la vivienda para las generaciones más jóvenes y sobre las dinámicas económicas que están afectando a cada grupo.

Según un informe reciente de la Asociación Nacional de Realtors (NAR), en el período que finalizó a mediados de 2024, los compradores de entre 60 y 78 años representaron el 42% de todas las compras de viviendas, mientras que los millennials apenas alcanzaron el 29%.

Además, la edad promedio de quienes adquieren su primera vivienda alcanzó un máximo histórico de 38 años, y solo el 24% de las propiedades fueron adquiridas por compradores primerizos, un porcentaje que ha disminuido considerablemente en los últimos años.

Para entender esta tendencia, es importante considerar el contexto histórico y económico. Hace unas décadas, adquirir una vivienda era mucho más accesible para las generaciones anteriores. En 1984, el precio medio de una casa en Estados Unidos era de aproximadamente 78,200 dólares, lo que ajustado por inflación equivale a unos 240,700 dólares actuales.

Sin embargo, hoy en día, el precio medio de una vivienda supera los 403,700 dólares, es decir, más del 80% más caro que en los años 80.

Este incremento en los precios ha sido acompañado por una serie de desafíos económicos para los jóvenes. La escalada en los costos de la educación superior ha dejado a muchos con deudas estudiantiles elevadas, dificultando la acumulación de ahorros para un pago inicial.

Nicole Robinson, una administradora escolar de 26 años en Richmond, Virginia, expresó a este medio que la carga de la deuda estudiantil ha hecho que muchos jóvenes renuncien a la idea de ser propietarios.

Aunque ella y su esposo poseen su vivienda, confiesan que la posibilidad de tener hijos en el futuro aún se ve lejana.

Por otro lado, los Baby Boomers, en su mayoría, ya han acumulado suficiente patrimonio y, en muchos casos, están en proceso de vender o rentar sus propiedades para adaptarse a su nuevo estilo de vida.

La mayoría de estos mayores de 60 años utilizan dinero en efectivo para comprar sus casas, algo que la generación más joven no puede permitirse en la misma medida.

La diferencia en acceso a recursos y oportunidades ha generado un mercado en el que los jóvenes encuentran cada vez más difícil ingresar.

Además, la oferta de viviendas sigue siendo insuficiente para satisfacer la demanda, lo que ha contribuido a que los precios sigan en aumento. La construcción de nuevas viviendas ha sido históricamente menor que en décadas pasadas, lo que agrava la escasez y la competitividad en el mercado.

Expertos como Molly Goodman, cofundadora de Abundant Housing Massachusetts, explican que esta disparidad refleja una problemática estructural que requiere políticas públicas eficaces para facilitar el acceso a la vivienda a los jóvenes.

La diferencia de oportunidades entre generaciones puede tener efectos a largo plazo en la economía y en la cohesión social.

En conclusión, mientras los Baby Boomers continúan aprovechando su patrimonio para asegurar su futuro, los millennials enfrentan obstáculos económicos que dificultan su ingreso al mercado inmobiliario.

La tendencia indica que, sin cambios en las políticas y en la oferta, la desigualdad en el acceso a la vivienda podría mantenerse o incluso agravarse en los próximos años, afectando la estructura social y económica del país.