Las principales automotrices estadounidenses y extranjeras realizan campañas publicitarias para resaltar su compromiso con la fabricación en Estados Unidos ante las amenazas de tarifas aduaneras que podrían afectar su producción y ventas.

En medio de la incertidumbre generada por las posibles tarifas arancelarias que planea implementar la administración estadounidense, las principales empresas del sector automotriz han decidido tomar medidas para reforzar su imagen de compromiso con la fabricación en Estados Unidos.

Ford Motor Company y Stellantis, que agrupa marcas como Chrysler, Dodge, Jeep y Ram, han lanzado campañas publicitarias dirigidas a mostrar su fortaleza y presencia en el mercado estadounidense.

Estas campañas llegan en un momento clave, cuando la administración de Estados Unidos ha anunciado la posible imposición de tarifas del 25% sobre las importaciones de vehículos y piezas automotrices, con un impacto estimado en aproximadamente 430.000 millones de euros en importaciones anuales. La medida busca proteger la industria local y generar empleos, pero también genera preocupaciones en las empresas que dependen de componentes importados.

Ford, por ejemplo, ha realizado varias campañas en medios impresos y digitales, incluyendo anuncios en el New York Times, The Wall Street Journal, y The Washington Post, bajo el lema 'Siempre avanzando.

Sin dejar a Estados Unidos atrás'. En estos anuncios, Ford destaca que más del 80% de los vehículos que vende en Estados Unidos se fabrican en el país, y que sus empleos en plantas y en la cadena de suministro son una prueba de su compromiso con la economía estadounidense.

La compañía también ha resaltado que exporta más autos que cualquier otro fabricante en el país, y que su fuerza laboral incluye a miles de trabajadores sindicalizados.

Sin embargo, a pesar de estas declaraciones, Ford ha tenido que afrontar desafíos relacionados con la importación de componentes. Desde el 18 de abril, según reportes locales, Ford dejó de enviar algunos vehículos desde sus plantas en Michigan y Kentucky a China, debido a los aranceles que encarecen los costos de exportación.

Por su parte, Stellantis ha lanzado una serie de anuncios bajo la campaña 'La libertad de elección en Estados Unidos', prometiendo incentivos y precios especiales en sus modelos de marcas como Jeep, Ram y Dodge.

En estos anuncios, se remarca el papel histórico de Jeep durante la Segunda Guerra Mundial y se afirma que sus vehículos son 'hechos en Estados Unidos'.

No obstante, expertos en regulaciones publicitarias advierten que, para que un vehículo sea considerado completamente 'hecho en EE. UU.', debe contener un mínimo de componentes extranjeros, y la mayoría de los autos ensamblados en el país contienen partes importadas.

Este tipo de campañas no solo tienen un propósito comercial, sino también político. La intención, según analistas, es influir en las decisiones del gobierno y mantener la confianza de los consumidores y de los inversores en la fortaleza del sector automotriz estadounidense.

Además, en un contexto donde las tensiones comerciales y las amenazas de tarifas aumentan, estas empresas buscan demostrar que su producción y su historia están sólidamente ancladas en Estados Unidos.

Históricamente, la industria automotriz estadounidense ha sido un símbolo de la economía y la identidad nacional. Desde los tiempos de la Gran Depresión, cuando el gobierno incentivó la producción local para mantener empleos, hasta la actualidad, la 'fábrica del sueño' ha sido un concepto clave en la narrativa de las automotrices.

Durante la Segunda Guerra Mundial, empresas como Ford y Jeep jugaron papeles cruciales en el esfuerzo bélico, y hoy en día, estas campañas buscan reactivar ese espíritu patriótico.

Mientras tanto, otros fabricantes internacionales, como Hyundai y Toyota, también han realizado esfuerzos similares. Hyundai, por ejemplo, publicó en el Wall Street Journal que sus precios permanecerían estables, en un intento por tranquilizar a los consumidores ante la posible subida de costos.

Toyota, por su parte, ha promocionado que diseña, desarrolla y fabrica en Estados Unidos su popular camioneta Tundra.

En el análisis del mercado, expertos señalan que, aunque estas campañas pueden no traducirse en un aumento inmediato en las ventas, sí sirven para fortalecer la percepción pública y la confianza interna en la industria.

Además, subrayan que, en un escenario de incertidumbre, la comunicación y la imagen corporativa son herramientas clave para mantener la estabilidad del sector.

En conclusión, las campañas de Ford y Stellantis representan un esfuerzo estratégico para posicionarse como pilares de la economía estadounidense en medio de un clima de tensión comercial.

La historia, la producción y el compromiso con el país son los mensajes que buscan transmitir, en un momento en que las decisiones gubernamentales sobre aranceles aún están en el aire, y el futuro de la industria automotriz en Estados Unidos continúa en juego.