El Ayuntamiento de València lanza una estrategia integral para controlar la creciente población de palomas en la ciudad, que ha aumentado un 64% en los últimos cuatro años, y solicita la participación activa de los vecinos para mantener un equilibrio ecológico y proteger el patrimonio urbano.

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El Ayuntamiento de València ha puesto en marcha un ambicioso plan para hacer frente a la creciente población de palomas en la ciudad, un problema que ha alcanzado niveles preocupantes en los últimos años.

Según datos del censo municipal, actualmente se estima que hay cerca de 36.000 palomas en la ciudad, una cifra que representa un aumento del 64% en comparación con las 22.000 aves contabilizadas en 2021. Esta sobrepoblación no solo afecta la estética urbana, sino que también genera riesgos para la salud pública y el patrimonio arquitectónico, debido a los daños ocasionados por los excrementos en edificios históricos y monumentos.

El concejal de Bienestar Animal, Juan Carlos Caballero, explicó que esta estrategia busca un equilibrio entre el control ético de la población de palomas y la concienciación ciudadana.

El plan se basa en un mapeo exhaustivo realizado en colaboración con la empresa especializada Lokímica, que ha permitido identificar las zonas con mayor concentración de estas aves y diseñar acciones específicas para cada una de ellas.

"El objetivo es reducir la población de forma responsable y sostenible, sin recurrir a métodos crueles, y siempre promoviendo la participación vecinal", afirmó Caballero.

Una de las medidas principales será la relocalización de los comederos distribuidos por la ciudad que contienen pienso esterilizante, además de eliminar aquellos que no han demostrado ser efectivos.

Solo nueve de los dieciséis comederos existentes se mantendrán en funcionamiento, y se reforzarán las acciones disuasorias, como sistemas sonoros y la captura controlada de animales, con el fin de evitar la proliferación descontrolada.

Por otro lado, el Ayuntamiento ha advertido sobre la existencia de "palomares improvisados" en edificios abandonados, huecos, balcones y fachadas de inmuebles en desuso.

La falta de mantenimiento en estas viviendas favorece la formación de nidos y la concentración de aves. Por ello, se ha instado a los propietarios a mantener en buen estado sus inmuebles y a revisar que no se conviertan en focos de reproducción para las palomas.

Entre 2024 y 2025, se han abierto más de un centenar de expedientes relacionados con este problema, y se han recibido casi 100 quejas ciudadanas.

El concejal también aclaró que las palomas capturadas no serán sacrificadas, sino que serán trasladadas a palomares ecológicos, salvo en casos donde su estado veterinario requiera atención especial.

"No buscamos eliminar las aves de forma indiscriminada, sino gestionar su población de manera responsable, protegiendo tanto el medio ambiente como la salud pública".

La colaboración ciudadana es fundamental para lograr los objetivos del plan. Caballero insistió en que alimentar a las palomas no ayuda a controlar su número, sino que fomenta la presencia masiva de estas aves y atrae plagas como roedores, cucarachas y hormigas, que representan un riesgo sanitario.

Además, los restos de comida en la vía pública dañan el patrimonio urbano, ya que los excrementos de las palomas son altamente corrosivos y aceleran el deterioro de monumentos y edificios históricos.

El Ayuntamiento ha detectado en zonas como Patraix y Poblats Marítims la existencia de "alimentadores" y de depósitos de cereales en instalaciones portuarias, factores que favorecen la concentración de palomas.

Por ello, en colaboración con Lokímica, se llevarán a cabo campañas de concienciación y charlas en centros educativos y de mayores, con el fin de promover buenas prácticas y reducir la presencia de estas aves en la ciudad.

El presupuesto destinado a este programa es de aproximadamente 200.000 euros, para un período de dos años, y refleja el compromiso del Ayuntamiento con una gestión sostenible y respetuosa de la fauna urbana. La experiencia de Lokímica, que cuenta con más de 40 años en el control de plagas, será clave para implementar este plan de manera efectiva y respetuosa con el medio ambiente.

La cooperación de los vecinos y la sensibilización social serán fundamentales para mantener a València libre de una sobrepoblación que, si no se controla, puede tener consecuencias irreversibles en su patrimonio y calidad de vida.