Una investigación en Valencia muestra cómo las dificultades para pagar la electricidad condicionan aspectos fundamentales de la vida familiar, poniendo en riesgo derechos básicos y revelando el papel crucial de las mujeres en la gestión energética.

Una serie de estudios realizados en Valencia ha puesto de manifiesto el impacto profundo de la pobreza energética en la vida cotidiana de las familias vulnerables en la ciudad.
Estos trabajos, desarrollados en colaboración entre la Fundació València Clima i Energia, vinculada al Ayuntamiento de Valencia, y el Máster Universitario en Cooperación al Desarrollo de la Universitat Politècnica de València (UPV), con el apoyo de la Cátedra de Transición Energética Urbana, han analizado en profundidad cómo la dificultad para pagar las facturas de la electricidad afecta aspectos esenciales de la vida familiar y social.
Desde hace décadas, la pobreza energética se ha convertido en un problema creciente en muchas ciudades europeas, y Valencia no ha sido la excepción.
La crisis económica, combinada con el aumento de los costes energéticos y la desigualdad social, ha provocado que numerosas familias tengan que hacer malabares para mantener sus servicios básicos.
En Valencia, la electricidad, cuyo coste en euros equivale aproximadamente a 22 euros por mes para un consumo moderado, representa uno de los mayores obstáculos para muchas familias que luchan por sobrevivir.
Los estudios, que analizaron en detalle las experiencias de seis familias valencianas, revelan que la incapacidad para hacer frente a las facturas de electricidad condiciona no solo la alimentación, sino también las rutinas diarias y la vida social.
Las familias han señalado que, debido a las dificultades económicas, han reducido la compra de alimentos frescos o de calidad, optando por productos procesados o de menor coste.
Además, muchas han optado por comprar platos ya cocinados para reducir el uso de energía en la cocina, lo que también afecta a la calidad de su dieta.
La gestión de la energía en estos hogares recae principalmente en las mujeres, quienes asumen la mayor parte de las tareas relacionadas con el control del gasto energético.
En algunos casos, las familias mencionan que la estrategia para reducir costos incluye compartir la ducha con varios miembros de la familia o limitar el uso de electrodomésticos en determinados horarios.
La situación también influye en la vida social, ya que muchas familias evitan recibir visitas o participan menos en actividades fuera del hogar para recortar gastos, afectando su bienestar emocional y social.
Carlos Mundina, concejal de Mejora Climática y Transición Energética del Ayuntamiento de Valencia, destaca la importancia de la colaboración con las instituciones académicas para entender y abordar este problema social.
El Ayuntamiento de Valencia firma un convenio con Caixa Popular para combatir la pobreza energética
El Ayuntamiento de Valencia ha firmado un convenio de colaboración con Caixa Popular para combatir la pobreza energética en la ciudad. Como parte de este convenio, se distribuirán cestas de frutas y verduras de proximidad entre más de 200 familias que participan en un estudio sobre vulnerabilidad energética. El proyecto, financiado por la Comisión Europea, busca analizar y reducir el impacto de la pobreza energética en la salud y el bienestar de las familias vulnerables.“El trabajo conjunto con la UPV y la Fundació València Clima i Energia nos permite conocer mejor la realidad de las familias afectadas y diseñar políticas públicas que puedan reducir la pobreza energética en la ciudad,” afirma.
Por su parte, Alejandra Boni, investigadora del centro Ingenio (un centro mixto del CSIC y la UPV) y profesora del máster, explica que estos estudios representan un paso importante hacia la defensa del derecho a la energía.
“La colaboración con València Clima i Energia es una apuesta por la innovación social, ya que buscamos entender y reducir la vulnerabilidad energética en Valencia, promoviendo medidas que sean inclusivas y sostenibles,” señala Boni.
Un aspecto destacado en los estudios es el papel de los roles de género. Las mujeres, en mayor medida, son las encargadas de gestionar las ayudas destinadas a pagar la electricidad, enfrentándose a menudo a obstáculos administrativos y a la falta de información.
Algunas familias han mencionado que, para ahorrar, reúnen la ducha de varios familiares o limitan el uso de electrodomésticos, estrategias que, aunque ayudan a reducir gastos, también afectan la calidad de vida.
Además, los recursos y programas de eficiencia energética promovidos por la Fundación València Clima i Energia, como los kits de ahorro, son fundamentales para mejorar la situación.
Sin embargo, los investigadores subrayan la necesidad de ampliar la pedagogía y la visibilidad de estas ayudas, así como de fortalecer la colaboración con asociaciones que trabajan en la atención a estas familias.
Este conjunto de investigaciones no solo permite aplicar metodologías cualitativas en un contexto real, sino que también sienta las bases para futuras acciones.
Boni afirma que estos primeros trabajos “son un paso hacia una comprensión más profunda de un fenómeno social complejo y multifacético” y que refuerzan el compromiso de ambas instituciones en impulsar una transición energética justa y centrada en las personas.
En un contexto global donde la crisis climática y la desigualdad social se entrelazan, estos estudios en Valencia reflejan la urgencia de implementar políticas integrales que aseguren el acceso universal a la energía y protejan a quienes más lo necesitan.
La experiencia valenciana puede servir como ejemplo de cómo la colaboración entre instituciones académicas, administraciones públicas y organizaciones sociales es clave para afrontar uno de los desafíos sociales más importantes del siglo XXI.