La deconstrucción se presenta como una opción viable para evitar el desperdicio de materiales y reducir emisiones de carbono en el proceso de renovación de edificaciones.
La deconstrucción de edificios está ganando reconocimiento como una alternativa más responsable y sostenible en comparación con la demolición tradicional.
Este enfoque no solo permite la recuperación de materiales valiosos, sino que también reduce significativamente la cantidad de desechos generados y las emisiones de carbono asociadas con la construcción y demolición.
Meredith Moore, fundadora de Ouroboros Deconstruction, decidió cambiar su enfoque luego de experimentar el desperdicio de materiales mientras renovaba su hogar en Toronto hace cuatro años.
Conscientes de la enorme cantidad de madera, puertas y otros materiales que se arrojan a los vertederos, Moore y su equipo optan por la deconstrucción, en la que se desmantelan los edificios de manera que los materiales puedan ser reutilizados o reciclados.
En vez de derribar un edificio y hacer desaparecer todo en un vertedero —un proceso que genera aproximadamente cuatro millones de toneladas de desechos anualmente en Canadá— la deconstrucción busca un enfoque más metódico.
Este método puede parecer más lento y, en algunos casos, más costoso, pero cuenta con el apoyo de un número creciente de propietarios de edificios y profesionales de la construcción interesados en prácticas más sostenibles.
Una estimación realizada por Statistics Canada indica que el 30% del material en los vertederos proviene de proyectos de construcción, renovación y demolición.
La mayor parte de los resíduos es madera, que al descomponerse genera metano, un potente gas de efecto invernadero.
Por tanto, la deconstrucción no solo ayuda a salvar estos materiales, sino que también impacta positivamente en la lucha contra el cambio climático.
Recientemente, un proyecto llevado a cabo en la región de Gaspésie en Quebec demostró que la deconstrucción puede ser económicamente viable.
En esta iniciativa, se convirtieron cuatro edificios industriales y se lograron reciclar 408 toneladas de materiales, generando un residuo mínimo de solo 77 toneladas, lo que encapsula ahorros significativos en tarifas de vertido y transporte.
Además, cerca del 60% de los materiales recuperados fueron destinados a otros proyectos locales de construcción, incluidos trabajos de renovación en escuelas.
Los desafíos que enfrenta la deconstrucción incluyen las expectativas normativas que favorecen el uso de materiales nuevos.
Sin embargo, como indica Melania Grozdanoska, cofundadora de la firma Surcy, se requiere inversión en investigación y adaptación para poder cumplir con códigos de construcción al reutilizar materiales existentes.
Esto implica que aunque la mayoría desea adoptar estas prácticas, el proceso implica un arduo trabajo administrativo y de planificación.
A pesar de estos retos, hay una creciente aceptación de la deconstrucción dentro de los sectores de la arquitectura y la construcción.
Muchos profesionales están reconocidos por las oportunidades que ofrece este enfoque, especialmente en el rescate de vigas de madera de bosques antiguos, que en algunas ciudades pueden proceder de layout arquitectónico centenario.
La clave será tener un marco adecuado que fomente la recuperación y el reciclado de materiales usados, aproveche las capacidades locales y considere incentivos gubernamentales que puedan equilibrar la economía a favor de la deconstrucción.
A medida que las casas, edificios y otras estructuras siguen siendo renovados o reemplazados, la deconstrucción podría convertirse en la norma, marcando un giro significativo hacia un futuro más sostenible en la industria de la construcción.