Un estudio reciente explora cómo el calor extremo afecta a las mujeres, especialmente en situaciones críticas como el embarazo y la perimenopausia.

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A medida que el planeta continúa calentándose, los científicos y endocrinólogos están empezando a profundizar en el impacto del calor extremo sobre los cuerpos femeninos.

Esto se vuelve especialmente relevante durante períodos críticos de la vida de la mujer, como el embarazo y la perimenopausia.

Un caso destacado es el de Britnee Miazek, una aprendiz de trabajadora del hierro que experimentó cambios notables en su ciclo menstrual tras trabajar en condiciones extremas de calor en las fábricas de acero en Sault Ste.

Marie, Ontario.

Miazek empezó a observar que su menstruación se interrumpía cuando trabajaba cerca de los altos hornos, donde las temperaturas podían llegar a ser insostenibles.

Sin embargo, después de cambiar de empleo, su ciclo menstrual volvió a la normalidad.

Este fenómeno ha llevado a una reflexión más amplia sobre cómo el calor extremo puede afectar la salud de las trabajadoras al aire libre, un tema que, según muchos expertos, aún necesita mucha más investigación.

Los endocrinólogos han señalado que el cuerpo femenino responde de manera diferente al calor en comparación con el masculino.

A través de los estudios, se ha descubierto que el hipotálamo, una pequeña parte del cerebro, es clave para regular la temperatura corporal, y que las fluctuaciones hormonales que ocurren a lo largo del ciclo menstrual pueden influir en la percepción del calor.

Por ejemplo, los niveles más altos de estrógeno en la primera mitad del ciclo pueden mantener la temperatura corporal en un rango más bajo, mientras que las mayores concentraciones de progesterona en la segunda mitad pueden llevar a un aumento de entre 0.4 y 0.8 grados.

Esta variabilidad puede hacer que las mujeres sientan el calor de manera diferente a lo largo del mes, algo que es esencial considerar para aquellas que trabajan en condiciones calurosas.


Al respecto, la Dra.

Amita Mahajan de la Universidad de Calgary ha indicado que no hay suficiente información sobre cómo estos cambios hormonales interactúan con temperaturas extremas.

Sus investigaciones han revelado que el estrés calórico puede llevar al cuerpo a suspender la ovulación y la menstruación, priorizando funciones biológicas básicas.

En un contexto más amplio, los fenómenos de olas de calor tienen implicaciones graves para la salud pública.

Los informes sugieren que han incrementado las tasas de mortalidad, especialmente en áreas densamente pobladas.

La Organización Mundial de la Salud ha estimado que en algunas regiones de Europa aproximadamente 175,000 muertes anuales están relacionadas con el calor.

Los efectos se extienden más allá de la mortalidad, afectando condiciones cardiovasculares y renales.

Para ayudar a mitigar estos riesgos, se recomienda que las mujeres ajusten sus actividades en función de la temperatura y se mantengan bien hidratadas, especialmente aquellas que atraviesan la perimenopausia o están embarazadas, ya que estas etapas parecen aumentar su vulnerabilidad a los efectos del calor extremo.

La historia de Britnee Miazek es solo un ejemplo de cómo las trabajadoras en sectores con alta exposición al calor pueden ser desproporcionadamente afectadas, lo que subraya la necesidad de más estudios sobre este tema.

Mientras tanto, la búsqueda de respuestas continúa, y la importancia de entender cómo el clima extremo afecta a los cuerpos femeninos es cada vez más urgente en un mundo que se calienta rápidamente.