El humo proveniente de incendios forestales en Canadá se extiende por varias regiones, afectando a miles de personas. La exposición continua puede tener efectos perjudiciales en la salud, especialmente en grupos vulnerables como adultos mayores, niños, embarazadas y personas con condiciones crónicas. Las autoridades recomiendan tomar medidas para reducir la exposición y proteger la salud durante estos eventos.

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El humo generado por los incendios forestales en Canadá, particularmente en las provincias de Alberta, Saskatchewan y Manitoba, se ha convertido en un problema de salud pública que afecta a miles de residentes.

La actual temporada de incendios, que normalmente se extiende de mayo a septiembre, ha registrado la quema de más de dos millones de hectáreas de tierra, lo que ha provocado la evacuación de más de 25,000 personas en las regiones afectadas.

Además, los datos satelitales muestran que el humo ha atravesado el Océano Atlántico, alcanzando algunas partes de Europa, lo que evidencia la magnitud y alcance del problema.

La exposición prolongada a este humo puede tener graves repercusiones para la salud, incluso en personas sin condiciones preexistentes. Sin embargo, los grupos más vulnerables, como los ancianos, los niños, las mujeres embarazadas y quienes sufren de enfermedades crónicas, están en mayor riesgo.

La mezcla de gases, vapor de agua y partículas finas que componen el humo puede provocar molestias inmediatas, como irritación en los ojos, la nariz y la garganta, además de dolores de cabeza y tos leve.

Estas molestias, aunque en general son temporales y desaparecen cuando mejoran las condiciones del aire, pueden ser indicio de efectos más peligrosos.

Las partículas finas, invisibles a simple vista, representan la mayor amenaza, ya que pueden penetrar profundamente en los pulmones y causar inflamación, lo que aumenta el riesgo de infecciones respiratorias como neumonía.

En casos severos, la exposición continua puede causar dificultad para respirar, mareos y alteraciones en el ritmo cardíaco, requiriendo atención médica urgente.

La Dra. Angela Yao, científica principal en los Servicios de Salud Ambiental del Centro para el Control de Enfermedades de Columbia Británica, indica que personas con condiciones como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedades cardíacas o diabetes, pueden experimentar un agravamiento en sus síntomas debido al humo.

Estudios recientes realizados por la Sociedad Americana de Química en la revista "Environmental Science & Technology" revelaron que la exposición de madres al humo de incendios forestales durante el embarazo puede aumentar la probabilidad de infecciones en los bebés, como otitis y enfermedades respiratorias inferiores.

Científicos advierten que también existe una relación entre la exposición prenatal y menor peso al nacer y complicaciones en el desarrollo subsecuente.

Para protegerse, los expertos recomiendan mantener el aire interior limpio mediante el uso de purificadores adecuados y cerrando puertas y ventanas durante los picos de humo.

Si en la vivienda no hay sistemas de filtración, se pueden emplear aspiradoras portátiles con filtros especiales o construir dispositivos caseros con ventiladores y filtros de horno.

En días de alta alarma, se aconseja buscar espacios públicos con mejor calidad del aire, como centros comunitarios, bibliotecas o centros comerciales.

Es fundamental seguir las predicciones y alertas de calidad del aire emitidas por las autoridades locales, ya que el humo puede extenderse y afectar diferentes regiones.

Con las temperaturas elevadas y las condiciones secas que favorecen la propagación de los incendios, la situación puede agravarse rápidamente. La comunidad científica continúa monitoreando estos eventos, dada su repercusión en la salud pública y en la calidad del aire a nivel internacional, como lo demuestra la presencia de partículas en la atmósfera sobre Europa.

El impacto de los incendios forestales ha sido grave en los ecosistemas y las comunidades humanas a lo largo de la historia. En Canadá, la temporada de incendios ha sido particularmente intensa en los últimos años, en parte como consecuencia del cambio climático, que ha provocado temporadas más largas y severas.

La historia registra que, en 2019, Canadá enfrentó una de sus temporadas más destructivas, con incendios que quemaron más de 4 millones de hectáreas y desplazaron a miles de residentes.

La protección de la salud en estos eventos requiere la colaboración de los gobiernos, las comunidades y los individuos. La implementación de campañas de concienciación, la mejora de los sistemas de alerta y la promoción de medidas preventivas son esenciales para reducir los riesgos asociados a la exposición al humo de incendios forestales.

La situación actual recuerda la importancia de prepararse y actuar con prontitud para minimizar los daños tanto para la salud pública como para el medio ambiente.