Estudio revela que la exposición prolongada al humo de incendios forestales puede incrementar significativamente el riesgo de demencia en comparación con otras fuentes de contaminación.

Imagen relacionada de demencia e incendios forestales

Un análisis reciente ha revelado que la exposición prolongada al humo de incendios forestales está asociada con un aumento considerable en el riesgo de desarrollar demencia, superando incluso los riesgos vinculados a otras fuentes de contaminación del aire.

Esta investigación, publicada en la revista JAMA Neurology, se basa en un estudio llevado a cabo entre 2008 y 2019 en el sur de California, abarcando a más de 1.2 millones de personas mayores de 60 años.

Los investigadores analizaron la incidencia de demencia en esta cohorte y la compararon con las concentraciones promedio de material particulado fino, conocido como PM2.5, en el aire debido a los incendios.

Los resultados fueron sorprendentes: por cada microgramo por metro cúbico que aumentaba la concentración de PM2.5 proveniente de incendios, la probabilidad de que se diagnosticara demencia aumentaba en un 18%. En contraste, el mismo incremento en las concentraciones de PM2.5 de otras fuentes solo estaba asociado con un aumento del 3% en la probabilidad de diagnóstico.

Esta investigación subraya la importancia de diferenciar entre las fuentes de contaminación del aire.

Si bien estudios previos han relacionado la exposición a la contaminación del aire con un mayor riesgo de demencia, se ha prestado menos atención a los efectos de fuentes específicas como el humo de incendios.

El profesor Scott Weichenthal, de la Universidad McGill, enfatiza que es crucial enfocarse no solo en la cantidad de partículas en el aire, sino también en su composición química, que puede tener un impacto profundo en la salud.

Las partículas de PM2.5 son diminutas y pueden penetrar profundamente en los pulmones, siendo capaces de alcanzar el torrente sanguíneo y potencialmente el cerebro.

El humo de incendios puede contener una mezcla dañina de productos químicos procedentes de hogares quemados, vehículos y plásticos.

Dicha exposición repentina y elevada a estas partículas puede provocar una respuesta inflamatoria en los pulmones, afectando no solo a este órgano, sino también a otros en el cuerpo.


La creciente preocupación por los efectos de la contaminación del aire no es infundada.

A medida que los incendios forestales se intensifican y se vuelven más frecuentes debido al cambio climático, la población canadiense enfrenta un futuro incierto en cuanto a la salud pública.

El informe de investigación también destaca que el riesgo incrementado de demencia es más pronunciado en áreas de alta pobreza, donde las personas pueden carecer de acceso a filtros de aire o no pueden evitar salir al aire libre en días de mala calidad.

Esto sugiere una necesidad imperiosa de infraestructura climática y recursos de salud pública.

Históricamente, el área afectada por incendios forestales en Canadá ha crecido de manera alarmante.

En 2023, se registró la temporada de incendios más destructiva, con más de 15 millones de hectáreas quemadas.

Esta tendencia a la alza en la frecuencia y severidad de los incendios forestales plantea un desafío significativo no solo para la salud física sino también para el bienestar mental de la población, dado el impacto del estrés relacionado con estos desastres.

Los expertos sugieren que las personas pueden protegerse de los riesgos del humo de incendios utilizando sistemas de filtración de aire y usando mascarillas N95 o similares en días con mala calidad del aire.

La realidad es que el cambio climático está exacerbando la emergencia de salud pública, y es esencial que se implementen medidas proactivas para mitigar esta creciente amenaza.

En conclusión, la investigación nos insta a considerar la relación entre el medio ambiente y la salud, enfatizando la necesidad de acción inmediata ante un problema que se agrava con el tiempo.