La provincia de Ontario permite la creación de nuevas instalaciones para entrenar perros de caza con animales vivos, lo que genera controversia entre cazadores y grupos de derechos de los animales.

Por primera vez en más de 25 años, la provincia de Ontario ha comenzado a aceptar solicitudes de operadores que desean establecer nuevas instalaciones cercadas para el entrenamiento de perros de caza.

Estas instalaciones estarán dotadas de coyotes, zorros, conejos y liebres, y tienen como objetivo principal enseñar a los perros a perseguir animales vivos, así como organizar competencias.

Actualmente, Ontario cuenta con 22 tales instalaciones, pero se anticipa que ese número podría aumentar significativamente en los próximos meses.

Ron Lounsbury, un cazador de 80 años y presidente de la Asociación Canadiense Trigg, menciona que posee alrededor de 30 perros de caza de la raza Trigg Foxhound.

Al menos una vez a la semana, lleva a sus perros a un centro de entrenamiento localizado cerca de Smiths Falls, donde opina que las condiciones son óptimas para la práctica.

"Es un recinto grande y bien mantenido.

Los animales están en excelente estado", asegura Lounsbury.

Aunque la práctica es legal en la provincia, las instalaciones de entrenamiento han comenzado a generar una creciente polémica.

Los expertos indican que no se permite el uso de armas de fuego en estas áreas, y cada vez se implementan más medidas para evitar el contacto entre los perros deportivos y la vida silvestre.

Melissa Candelaria, asesora de comunicación de la Oficina de Recursos Naturales de Ontario, explica que el propósito de estas instalaciones es preparar a los perros y sus manejadores para el rastreo y las competencias, al mismo tiempo que se asegura un entorno seguro para ambos.

En 1997, el entonces premier conservador de Ontario, Mike Harris, había comenzado a eliminar las "zonas de entrenamiento y competición". En ese momento, existían 60 instalaciones en la provincia, pero debido a las nuevas regulaciones, ahora hay solo 22. La actual apertura para la creación de nuevas instalaciones se extenderá hasta el 29 de diciembre de este año y también permite que los no residentes puedan aplicar.

Sin embargo, la expansión de estas prácticas ha sido objeto de críticas por parte de grupos de derechos de los animales.

Leslie Sampson, directora ejecutiva de Coyote Watch, ha expresado su oposición a la medida, indicando que los coyotes suelen ser obligados a correr durante horas y a menudo terminan heridos o incluso muertos.

Ella cuestiona la ética de estas prácticas, argumentando que existen métodos más humanos para entrenar a los perros sin tener que recurrir a animales vivos como carnada.

Los nuevos requisitos para las instalaciones incluyen estándares claros, como un mínimo de 80 hectáreas para el entrenamiento de coyotes y 160 hectáreas si se realizarán competencias.

Además, se exige la inclusión de áreas de refugio dentro de cada recinto.

Sin embargo, Sampson se preocupa de que no haya suficiente supervisión para garantizar que estos estándares se cumplan.

Por su parte, Lounsbury admite que hay cazadores no éticos, pero defiende a los operadores de las instalaciones, quienes, asegura, están comprometidos a proteger la vida silvestre dentro de sus recintos.

Según él, "el aspecto más costoso para el propietario es su ganado", y lo último que desean es que sus animales sean dañados.

En este contexto, hay otros aspectos de riesgo que mencionar, como la transmisión de parásitos entre los perros y la vida salvaje, lo que subraya la importancia de un manejo responsable en estas actividades.