Un equipo de paleontólogos en Manitoba ha identificado un nuevo género de pez extinto, Elmosteus lundarensis, que vivió hace aproximadamente 390 millones de años, durante el período Devónico. Este descubrimiento aporta valiosa información sobre la evolución de los vertebrados terrestres y acuáticos, y sitúa a Manitoba como uno de los lugares clave en la historia de la paleontología. En una jornada soleada, el equipo dirigido por la paleontóloga Melina Jobbins se adentró en una antigua cantera cerca de Lundar, en las praderas de Canadá, en busca de fósiles de una época en la que el territorio formaba parte de un extenso mar interior. Con la ayuda de mapas geológicos, los científicos confirmaron que estaban en una zona correspondiente al período Devónico, conocido como la Edad de los Peces. El hallazgo fue particularmente significativo, ya que la criatura, bautizada como Elmosteus lundarensis, es uno de los ejemplares más antiguos que muestra la presencia de huesos, mandíbulas y dientes, características fundamentales en la evolución de los vertebrados. Los restos fósiles, que se calculan tienen unos 390 millones de años, superan en antigüedad a los dinosaurios y tienen un tamaño aproximado de un metro y medio, similar al de un gran salmón chinook. Este pez presentaba una armadura corporal hecha de hueso dérmico, que cubría su cabeza y parte del tronco, mientras que el resto de su esqueleto era de cartílago, como en los tiburones modernos. Este tipo de estructura es crucial para entender los inicios del desarrollo óseo en los vertebrados, así como la evolución de la mandíbula y los dientes, que en este caso aparecieron como respuestas adaptativas a su entorno. El equipo de Jobbins continúa explorando diferentes canteras en la región con el fin de encontrar más restos fósiles y obtener respuestas sobre cómo era la vida en aquella época, las condiciones ambientales y los procesos evolutivos que dieron lugar a estas características. La investigación, publicada en la edición de julio de la revista Journal of Systematic Palaeontology, representa un avance importante en el conocimiento de la paleobiología de los primeros peces con hueso. Manitoba, reconocido por su extenso patrimonio fósil, alberga en el Canadian Fossil Discovery Centre en Morden, una colección que incluye restos como los de los mayores mosasauros, reptiles marinos que habitaron en los mares de la época Cretácica. La región también ha sido un punto de interés debido a la presencia de rocas como el Tyndall stone, que ha preservado fósiles que abarcan desde el Silúrico, hace más de 410 millones de años, hasta períodos posteriores. La presencia de estos fósiles expuestos accidentalmente durante actividades mineras ha sido una suerte para la comunidad científica. La colaboración con autoridades locales como Virgil Johnson, reeve de la municipalidad de Coldwell, ha facilitado el acceso a estos sitios y ha permitido que tanto científicos como residentes disfruten de estas maravillas naturales. Este descubrimiento no solo enriquece la historia evolutiva de los vertebrados, sino que también reafirma la importancia de Manitoba como un lugar clave para la paleontología a nivel mundial. La investigación continúa, y los científicos esperan encontrar más ejemplares que ayuden a entender mejor la dinámica de vida en períodos tan remotos y complejos como el Devónico.

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El descubrimiento se realizó en una antigua cantera cerca de Lundar, en la región de las praderas canadiense, un lugar que en el pasado fue un vasto mar interior.

La expedición, liderada por la paleontóloga Melina Jobbins, utiliza mapas geológicos para orientar las excavaciones, centrándose en un período geológico conocido como la Edad de los Peces, que abarca aproximadamente desde hace 419 hasta 359 millones de años.

El hallazgo más destacado fue un fósil que fue nombrado Elmosteus lundarensis, en honor a la formación rocosa donde fue hallado, la Elm Point Formation.

Este espécimen representa uno de los primeros peces que desarrollaron estructuras óseas, incluyendo mandíbulas y dientes, un avance evolutivo crucial que facilitó la captura de prey y adaptaciones alimenticias.

El fósil, que conserva partes de su mandíbula con dientes y una órbita ocular, revela detalles importantes sobre la anatomía de estos primeros vertebrados.

Su tamaño, aproximadamente un metro y medio de longitud, es comparable al de un salmón grande, y su estructura demuestra una armadura ósea en la cabeza y partes del tronco, mientras que el resto del cuerpo era de cartílago.

Esto es similar a la estructura de los tiburones y revela cómo estas criaturas combinaban elementos óseos y cartilaginosos en su morfología.

Este hallazgo es especialmente significativo en un contexto histórico, ya que estos peces precursores precedieron en millones de años a los dinosaurios y otros grandes vertebrados terrestres.

La presencia de huesos en estos ejemplares marca un paso importante en la #evolución de tejidos duros

La presencia de huesos en estos ejemplares marca un paso importante en la evolución de tejidos duros, sentando las bases para la anatomía de animales más modernos.

La investigación en Manitoba continúa, con la esperanza de localizar más #fósiles que permitan reconstruir cómo era la vida en aquella remota época.

El equipo desea entender no solo la morfología de estos peces, sino también las condiciones ambientales en las que vivieron y cómo interactuaban con su entorno acuático.

Por otro lado, Manitoba ha sido un centro de descubrimientos paleontológicos desde hace décadas, siendo hogar del Canadian Fossil Discovery Centre.

En sus colecciones se encuentran fósiles que ilustran la diversidad biológica del pasado, desde enormes reptiles marinos como los mosasaurios hasta restos de antiguos corales y esponjas.

Gracias a las actividades de minería y excavación en la región, muchas piezas fósiles han sido descubiertas de forma fortuita, ofreciendo a los científicos una ventana al pasado que de otro modo sería inaccesible.

La colaboración entre investigadores y comunidades locales como la de Coldwell, cuyo reeve, Virgil Johnson, ha facilitado el acceso a estos sitios, ha sido fundamental para avanzar en este tipo de descubrimientos.

En definitiva, el hallazgo de estos fósiles de hace 390 millones de años reafirma la importancia de Manitoba como un lugar privilegiado para estudiar la historia de la vida en la Tierra.

Cada nuevo fósil no solo ayuda a entender cómo evolucionaron los primeros peces, sino que también aporta pistas sobre la aparición de las estructuras óseas, la adaptación a distintos ambientes y la complejidad que caracteriza a los seres vivos actuales.