Un estudio reciente del científico Richard Thompson, quien descubrió los microplásticos, destaca la necesidad urgente de soluciones efectivas ante la creciente amenaza de la contaminación plástica.

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La contaminación por microplásticos se ha convertido en una de las principales preocupaciones ambientales del siglo XXI. Richard Thompson, un destacado biólogo marino conocido como el 'padrino' de la investigación sobre microplásticos, ha emitido un llamado urgente para acelerar las acciones frente a este problema.

En un estudio conmemorativo por el vigésimo aniversario de su descubrimiento, Thompson revisa más de 7,000 investigaciones acumuladas desde 2004 y concluye que ya tenemos suficiente información para actuar con decisión.

Thompson realizó su hallazgo en una playa en Inglaterra, donde notó que plásticos estaban obstruyendo su equipo de investigación.

La observación inicial reveló pequeñas partículas que no eran arena, sino microplásticos, los cuales son partículas de plástico más diminutas que el diámetro de un cabello humano.

Desde entonces, su labor ha sido fundamental en la identificación y documentalización de esta forma de contaminación, que abarca desde los polos hasta los trófos oceánicos más profundos.

El nuevo documento de Thompson apunta a que la contaminación plástica se ha globalizado, infiltrándose en ecosistemas y organismos en lugares inesperados.

Investigaciones recientes han revelado microplásticos en corales y en el interior de peces capturados en el puerto de Toronto, donde se encontró un promedio de 138 piezas por pez.

Más alarmante aún, estudios en Italia y Alemania han identificado microplásticos en la leche materna y en muestras de sangre humana, lo que sugiere que la exposición a estas partículas podría afectar la salud pública de maneras aún no completamente comprendidas.

A medida que la comunidad científica continúa buscando respuestas, se han establecido claramente las fuentes de esta contaminación.

Desde microperlas de productos de belleza hasta desecho de neumáticos y ropa sintética, los microplásticos emergen de un uso irresponsable de plásticos más grandes que, al descomponerse, liberan fragmentos minúsculos al medio ambiente.


Según las estimaciones, cada lavadora puede liberar cientos de miles de estas fibras en cada ciclo de lavado.

Thompson espera que la inminente propuesta de un Tratado Global para acabar con la contaminación plástica promueva cambios significativos en la gestión de residuos a nivel internacional.

En colaboración con otros expertos, argumenta que la solución no puede depende solo de acciones individuales, considerando que 1.5 mil millones de personas en ciudades con sistemas de recolección de basura deficiente contribuyen significativamente a la crisis.

El equipo de Costas Velis, de la Universidad de Leeds, ha destacado que cada año se generan más de 52 millones de toneladas de basura plástica en el mundo, una situación alarmante que demanda acción a gran escala.

Thompson concluye su informe con un grito de alerta: 'Aunque los plásticos ofrecen muchos beneficios sociales, debemos utilizarlos de forma más responsable'. Se estima que la producción mundial de plásticos alcanza los 400 millones de toneladas anualmente, de las cuales un 40% consiste en artículos de un solo uso, como botellas de agua y bolsas de compras, que pueden ser fácilmente reemplazados.

Es esencial que la investigación futura no solo se centre en los impactos de los microplásticos, sino que también explore soluciones prácticas y viables para mitigar su impacto en el medio ambiente.

Con una mejor regulación y un cambio en los hábitos de consumo, se pueden tomar medidas para reducir la cantidad de plásticos que se convierten en microplásticos, asegurando un futuro más sostenible para las próximas generaciones.