Un reciente estudio revela que los grandes incendios forestales dejan consecuencias duraderas en el clima, especialmente en los bosques boreales, aunque su impacto es menos severo en bosques mixtos.
Los intensos incendios forestales tienen consecuencias duraderas en el clima, afectando las temperaturas de la superficie durante más de una década, según un nuevo estudio publicado en la revista Nature.
A medida que los fuegos consumen grandes áreas de los bosques boreales de todo el mundo, el suelo queda más caliente de lo habitual, creando lo que se denomina un 'isla de calor' forestal.
Esta investigación, basada en datos de satélites y observaciones en el terreno, reveló que los incendios más grandes tienden a dejar las áreas quemadas completamente ennegrecidas, lo que significa que reflejan menos luz y calor del sol.
Así, los impactos de calor se pueden medir durante los años siguientes al evento.
En palabras de Xianli Wang, uno de los coautores del estudio y científico del Servicio Forestal de Canadá: "Encontramos un efecto de calentamiento generalizado un año después de los eventos de incendio; este efecto realmente perdura a largo plazo".
El estudio señala que el calentamiento es notablemente más persistente en áreas donde los incendios fueron más extensos, algo que fue particularmente evidente durante la histórica temporada de incendios de 2023 en Canadá.
Sin embargo, los investigadores subrayan que el impacto térmico no es tan marcado en los bosques mixtos.
En estos ecosistemas, los árboles de hoja ancha, como los álamos temblones, podrían romper la continuidad del fuego y ayudar a disipar el calor de manera más efectiva.
Wang explica que la presencia de árboles de hojas anchas genera un paisaje más irregular, lo que permite absorber mejor el calor.
Las conclusiones de este estudio son problemáticas, especialmente considerando la creciente frecuencia y gravedad de los incendios forestales asociados con el cambio climático.
La relación entre calentamiento global e incendios se presenta como un ciclo vicioso: a medida que la temperatura aumenta, la posibilidad de incendios se incrementa, y con cada incendio, el clima se calienta aún más.
En paralelo a las preocupaciones, el estudio también sugiere que la reforestación con especies de árboles de hoja ancha podría mitigar en parte estos efectos.
Según los investigadores, plantar árboles deciduos podría ayudar a limitar la propagación de incendios y contribuir a un ecosistema más resiliente.
Sin embargo, aunque esta estrategia puede ser efectiva, expertos como Randall van Wagner advierten que no debe considerarse una solución única, ya que se necesita una variedad de factores, como la disponibilidad de especies adecuadas y la mano de obra necesaria para la reforestación.
La planificación estratégica es vital, especialmente en áreas que han sido devastadas por incendios.
Por ejemplo, en la comunidad de Behchokǫ̀, en los Territorios del Noroeste, los residentes debieron evacuar tras un incendio forestal severo en 2022 que causó daños significativos.
Desde una perspectiva histórica, muchos de los antiguos bosques de Canadá, que solían tener una mezcla diversa de especies de árboles, han sido reemplazados por un número desproporcionado de especies boreales, lo que aumenta la vulnerabilidad a los incendios.
Megan de Graaf, otra experta en el área, destaca la necesidad de enfoques de manejo forestal que prioricen la salud ecológica frente a la producción comercial de madera.
Tomando en cuenta todas estas variables, Flannigan advierte que el cambio climático sigue estableciendo condiciones óptimas para el surgimiento de incendios, enfatizando que la meteorología de incendios -condiciones calurosas y secas- es el principal determinante de la gravedad de la situación.
Así, el estudio proporciona una visión que invita a la reflexión sobre las estrategias de manejo forestal y la urgente necesidad de adaptarse a los cambios en el clima, mientras busca formas efectivas para mitigar el impacto de los incendios forestales en el futuro.