Una investigación realizada en la Universidad de Vigo revela cómo las variaciones hormonales mensuales en mujeres deportistas pueden influir en su biomecánica y aumentar la probabilidad de lesiones, destacando la necesidad de ajustar las estrategias de entrenamiento y prevención.

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Un estudio reciente llevado a cabo por la Universidad de Vigo, situada en Pontevedra, España, ha puesto en evidencia que los cambios hormonales mensuales en las mujeres deportistas pueden afectar sus patrones de movimiento y biomecánica, lo que incrementa significativamente el riesgo de lesiones de gravedad.

La investigación, publicada en 2025, destaca la importancia de comprender los efectos del ciclo menstrual para mejorar la prevención y el cuidado de las deportistas.

La investigación señala que las variaciones hormonales, especialmente durante la fase lútea, que comprende los cinco días previos a la menstruación, pueden aumentar la susceptibilidad a lesiones.

Este hallazgo es especialmente relevante dado que, según datos históricos, muchas atletas han sufrido lesiones en momentos específicos del ciclo, aunque en general, la ciencia había relegado estos aspectos a un segundo plano.

Kristen Kit, una destacado árgola de Canadá con una larga carrera en el equipo femenino de remo, ha informado que varias de sus lesiones acontecieron en días cercanos a su periodo.

En una entrevista con CBC Sports, Kit mencionó: "Nunca, en mis 16 años, me he ausentado de una práctica por dolores menstruales. Pero ahora, con estos nuevos descubrimientos, me pregunto si mi rendimiento y atención se ven afectando en esos días. Es algo que debería ser discutido con más profundidad en el ámbito deportivo".

El estudio también detalla que las fluctuaciones en los niveles de estrógeno y progesterona dificultan la recuperación y construcción muscular en las deportistas, dificultando también la coordinación y el equilibrio durante el entrenamiento y competencia.

Según Joanna Blodgett, investigadora sénior en Londres, la ciencia deportiva dedica apenas un seis por ciento de sus investigaciones a estudiar a las atletas femeninas, en comparación con los estudios enfocados en hombres, lo cual limita la comprensión y adaptación de estrategias específicas.

Una de las conclusiones del estudio es que durante la fase lútea, las probabilidades de lesión aumentan notablemente, por lo que ajustar los programas de entrenamiento y recuperación en torno a estos periodos puede reducir el riesgo.

Sin embargo, como señala Blodgett, a nivel competitivo, es difícil programar eventos y entrenamientos en función del ciclo, pero sí es posible adoptar medidas preventivas más individualizadas.

Históricamente, la diferencia en lesiones entre deportistas masculinos y femeninos ha sido un tema de interés. Por ejemplo, las mujeres tienen una probabilidad 2.8 veces mayor de sufrir desgarros del ligamento cruzado anterior (LCA), una lesión grave que puede poner en peligro sus carreras, según datos de Biomecánica y Medicina Deportiva, de 1999.

Estudios recientes en fútbol femenino muestran que el 30% de las jugadoras presentan irregularidades en su ciclo menstrual y el 74% reporta síntomas relacionados.

En respuesta a estos hallazgos, organismos como la FIFA están financiando investigaciones específicas. La Universidad de Kingston en el Reino Unido, en colaboración con las federaciones internacionales, ha anunciado un financiamiento para estudiar cómo el ciclo menstrual influye en la prevalencia de lesiones como el desgarro del LCA en mujeres futbolistas.

Este esfuerzo busca diseñar protocolos y estrategias preventivas que respondan a las necesidades fisiológicas de las atletas.

Deportistas como Desiree Scott, también de Canadá, apoyan estas investigaciones. Scott, de 37 años, ha declarado que usa aplicaciones para monitorear su ciclo y ajustar su entrenamiento, optimizando tanto su rendimiento como su salud a largo plazo.

Margo Adam, especialista de la Universidad de Alberta, sostiene que entender estos aspectos permitirá extender la carrera deportiva de las atletas, alejándose de visiones cortoplacistas y promoviendo una mayor salud y bienestar.

En conclusión, si bien aún existe mucho por investigar, los avances en esta área podrían transformar las prácticas deportivas, favoreciendo una mayor equidad y protección para las deportistas femeninas.

La adaptación de entrenamientos, recuperaciones y cuidados médicos en función del ciclo hormonal será clave para reducir lesiones y mejorar la longevidad en sus carreras deportivas.