Las primeras crías de hurón de patas negras nacen de un animal clonado, lo que ofrece nuevas esperanzas para la conservación de esta especie en peligro de extinción.
En un significativo avance para la conservación de especies en peligro, dos crías de hurón de patas negras, llamadas Sibert y Red Cloud, han nacido en el Instituto de Zoología y Biología de Conservación del Smithsonian, en Virginia, EE. UU. Estos pequeños hurones son los primeros en el mundo que provienen de un animal clonado, un hecho que representa un rayo de esperanza para su especie que se encuentra al borde de la extinción.
Ben Novak, ecólogo y uno de los investigadores responsables de este innovador proyecto, destacó en un reciente programa de radio: "Es casi inimaginable lo que esto significa". La llegada de Sibert y Red Cloud marca un hito en la ciencia de la conservación, ya que demuestra el potencial de la biotecnología para contribuir a la preservación no solo de los hurones de patas negras, sino también de otros animales que enfrentan la amenaza de la extinción.
Aunque estos avances son prometedores, los conservacionistas advierten que este es solo un paso más en un proceso mucho más amplio que debe abordar las causas subyacentes de la disminución de la población de estas criaturas, las cuales incluyen enfermedades y la pérdida de su hábitat natural.
Originalmente, los hurones de patas negras prosperaban en las grandes llanuras de Norteamérica, pero la llegada de los colonizadores europeos en el siglo XIX llevó a una drástica reducción de su número.
Para la década de 1980, solo quedaban unos pocos ejemplares, lo que llevó a la capturación de los últimos hurones salvajes para su crianza en cautiverio.
Los descendientes de esos esfuerzos han dar lugar a cerca de 250 individuos en libertad y 300 en cautiverio, pero todos ellos provienen de solo siete individuos conocidos como los fundadores, lo que ha hecho que el manejo genético de la especie sea un reto considerable.
En este contexto, la clonación se presenta como una solución innovadora.
Antonia, el hurón clonado, es un descendiente de Willa, un individual cuya información genética fue preservada en 1988.
Desde entonces, Antonia ha sido clonada tres veces; el primer clon, Elizabeth-Ann, dio a luz en 2020, aunque tuvo complicaciones de salud.
Las esperanzas se han renovado con las últimas crías, que parecen sanas y ya han sido destetadas de su madre.
Los investigadores prevén que comenzarán a reproducirse en la primavera del próximo año.
Se eligió a un macho llamado Urchin como compañero de Antonia, debido a su temperamenta tranquilo y su éxito como padre en el pasado.
Es importante señalar que el futuro de los hurones de patas negras no solo depende de la tecnología de la clonación.
David Jachowski, un ecólogo de vida silvestre con experiencia en la recuperación de esta especie, enfatiza que también debemos abordar la destrucción del hábitat y la disminución de sus presas naturales, las cuales son vitales para su supervivencia.
Los perritos de la pradera, que constituyen el 90% de la dieta de los hurones de patas negras, han disminuido considerablemente, en gran parte debido a la actividad humana que los considera una plaga.
"Si no tenemos perritos de la pradera, no podemos tener hurones", advierte Jachowski.
La Service de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. también resalta que es fundamental mantener y restaurar el hábitat natural para lograr una recuperación sostenible.
En suma, aunque el nacimiento de Sibert y Red Cloud simboliza un avance significativo en la biotecnología aplicada a la conservación, solo representa una parte de un rompecabezas mucho más complejo.
Para asegurar un futuro para los hurones de patas negras, es esencial abordar las amenazas que los llevaron a la extinción en primer lugar.