Voluntarios dedicados y medidas de conservación incrementan las probabilidades de supervivencia de la ballena franca del Atlántico Norte, una especie en peligro que enfrenta amenazas como la captura accidental y el impacto con embarcaciones.

Cada verano, la ballena franca del Atlántico Norte emprende su migración hacia las costas de América del Norte, enfrentándose a múltiples amenazas que ponen en riesgo su supervivencia.
Con una longitud promedio de aproximadamente 15 metros y un peso que supera las 60 toneladas, estos enormes mamíferos marinos se desplazan por las aguas del Golfo de San Lorenzo, la Bahía del Fundy y la costa de Nueva Inglaterra.
Sin embargo, su presencia se ha visto cada vez más afectada por actividades humanas que, sin intención, contribuyen a su declive poblacional.
Según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), actualmente quedan menos de 350 ejemplares en esta especie, de los cuales menos de 100 son hembras reproductoras.
La mortalidad ha alcanzado niveles alarmantes en la última década, con un 20% de los ejemplares hallados muertos, heridos o enfermos desde 2017. Estas cifras reflejan una tendencia preocupante, que ha impulsado esfuerzos conservacionistas en diferentes países para detener la disminución.
Una de las principales amenazas que enfrentan estas ballenas es la captura accidental en redes y cuerdas de pesca. Los equipos de rescate activados durante la temporada de migración trabajan arduamente para liberar a las ballenas atrapadas en estas instalaciones, pero la tarea no está exenta de riesgos.
La densidad y flexibilidad de estos gigantes marinos, que pueden tocar su propia cola con la punta de su hocico, dificultan las labores, además de poner en peligro la integridad física de los rescatistas.
El documental 'Los Últimos de las Ballenas Franca' expone estas dificultades y muestra cómo la colaboración entre científicos, pescadores y voluntarios es fundamental para la protección de la especie.
Uno de los aspectos más críticos señalados en la producción es que la verdadera causa del problema radica en las cuerdas de pesca. Históricamente, las actividades de pesca del cangrejo de nieve han sido responsables de muchas de las enmarañadas, ya que las herramientas tradicionales utilizan cuerdas que, si no se controlan, terminan afectando a la fauna marina.
Para mitigar estos riesgos, algunos pescadores están implementando nuevas técnicas de captura sin cuerdas, conocidas como métodos sin cabos, que reducen significativamente el uso de estas mediante dispositivos innovadores.
Aunque estas tecnologías aún están en fase de prueba, su potencial para disminuir la cantidad de cuerdas en los hábitats de las ballenas es prometedor.
El experto en conservación, Scott Landry, señala que cualquier medida que reduzca el uso de cuerdas será beneficiosa, aclarando que la intención no es limitar la actividad pesquera, sino hacerla más segura para la fauna marina.
Las medidas adoptadas en los últimos años incluyen cierres temporales de áreas pesqueras y la retirada de equipos que no están en uso, especialmente en zonas donde se han detectado avistamientos de ballenas.
Estas acciones, junto con la promoción de tecnologías amigables con las especies en peligro, parecen estar dando frutos, ya que no se han registrado muertes desde 2019 en las aguas canadienses, aunque la población aún no muestra signos claros de recuperación.
El ecologista Heather Pettis, responsable de la ONG 'The North Atlantic Right Whale Consortium', advierte que solo una tercera parte de las muertes de estas ballenas son detectadas visiblemente.
La mayoría de las interacciones trágicas pasa desapercibida en las vastas aguas del Atlántico.
No obstante, Pettis expresa optimismo, pues las cifras parecen indicar que la tendencia a la disminución se está suavizando. Se espera que, con la continuidad de las políticas de protección y el avance en las tecnologías de pesca segura, la especie pueda estabilizarse e incluso empezar a recuperarse en el futuro cercano.
La protección de la ballena franca del Atlántico Norte representa un esfuerzo conjunto, que combina ciencia, innovación y compromiso social, para garantizar la supervivencia de estos magníficos mamíferos en los océanos del mundo.