Canada ha actualizado su sistema de advertencias meteorológicas para evaluar mejor los riesgos mediante un sistema de niveles y colores, mejorando la comunicación y preparación de la población ante eventos climáticos peligrosos. La implementación empieza este mes, alineada con recomendaciones internacionales.
Esta actualización, implementada por Environment and Climate Change Canada, busca mejorar la comunicación de riesgos y la preparación de las comunidades ante eventos meteorológicos peligrosos, y entró en vigor en noviembre de 2025.
Tradicionalmente, las alertas en #Canadá se comunicaban mediante términos como «avisos» o «advertencias», pero con el cambio a un sistema de códigos de colores y niveles de riesgo, la respuesta y preparación pueden ser más precisas y oportunas.
Este nuevo esquema se asemeja a modelos implementados en numerosos países, siguiendo recomendaciones de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y ya ha sido adoptado por 31 agencias meteorológicas en Europa.
El nuevo sistema contempla tres niveles principales de advertencias, representados por colores: amarillo, naranja y rojo. Cada uno refleja diferentes grados de impacto y la probabilidad de que sucedan, así como la confianza en las predicciones.
El primer nivel, de color amarillo, indica que se anticipan condiciones peligrosas o adversas, que podrían afectar la vida diaria, el tráfico, la salud y la infraestructura.
Sin embargo, estos eventos aún no alcanzan el nivel de emergencia. La mayoría de las tormentas invernales y precipitaciones intensas leves a moderadas se clasificarán como alertas amarillas.
El nivel naranja corresponde a fenómenos más severos que podrían causar daños significativos y afectar a amplias áreas. Por ejemplo, tormentas de viento extremo, tormentas de nieve persistentes o lluvias intensas que puedan provocar apagones, inundaciones locales o problemas graves en el transporte.
Ante una advertencia naranja, es esencial que los ciudadanos tomen medidas preventivas para proteger su seguridad y bienes.
El nivel más alto, identificado por el color rojo, se reserva para eventos extremadamente peligrosos y potencialmente mortales. Catástrofes como huracanes intensos, tornados severos, inundaciones catastróficas o tormentas de nieve que bloqueen regiones enteras y provoquen daños extensos o interrupciones prolongadas, se catalogarán como alertas rojas.
Durante estas emergencias, se recomienda a la población seguir instrucciones oficiales y prepararse para evacuaciones o medidas de protección inmediatas.
Este cambio en el sistema también contempla la continuidad de las advertencias tradicionales, como avisos de tormentas severas, lluvias intensas, nevadas peligrosas o vientos fuertes, que ahora se acompañan del código de color correspondiente.
También se mantienen las declaraciones especiales de clima
También se mantienen las declaraciones especiales de clima, que aparecen en gris, con información sobre eventos potencialmente relevantes sin alcanzar aún la magnitud de una advertencia.
Otra ventaja importante del sistema es que, al centrarse en el impacto y no sólo en el fenómeno meteorológico, permite a las personas entender con mayor claridad qué acciones tomar.
Por ejemplo, una advertencia amarilla por nieve indica que hay que tener precaución al conducir, mientras que una roja implica que se suspendan las actividades al aire libre y se refuercen las medidas de protección.
En el contexto histórico, Canadá ha sido uno de los países más afectados por fenómenos climáticos extremos, como las tormentas de nieve que en 2024 cubrieron con más de 150 cm de nieve la región de Sidney, en Nueva Escocia, provocando daños y cortes de energía.
La actualización del sistema de alertas busca responder a estos desafíos, facilitando una respuesta más efectiva y coordinada.
Este sistema evolutivo refleja también la creciente preocupación global por el cambio climático y el aumento de eventos meteorológicos extremos, que han puesto en evidencia la necesidad de sistemas de #gestión de riesgos más efectivos.
La adopción de modelos internacionales busca que los ciudadanos puedan interpretar mejor los riesgos, actuar con prontitud y reducir daños materiales, lesiones o pérdidas humanas.
