El impacto del cambio climático en el ecosistema de la bahía de Hudson está causando una disminución alarmante en la población de osos polares, lo que representa un grave riesgo para su supervivencia futura.

La bahía de Hudson, un ecosistema crítico para los osos polares, está enfrentando transformaciones dramáticas debido al cambio climático.

Según el biólogo Geoff York, quien ha estado realizando investigaciones en la región donde el río Churchill se encuentra con la vasta bahía canadiense, actualmente se estima que hay alrededor de 600 osos polares en la zona occidental de la bahía de Hudson.

Esta cifra representa la mitad de la población que existía hace 40 años.

Los osos polares son conocidos por ser depredadores de la cima de la cadena alimentaria en su hábitat, pero con el deshielo marino y la reducción de fuentes de alimento ricas en grasa, su supervivencia se ve amenazada.

York afirma que si las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen de manera significativa, es posible que esta población de osos polares muera completamente a finales del siglo XXI.

El deshielo de los glaciares y el cambio en las temperaturas del océano están afectando no solo a los osos polares, sino también a todo el ecosistema marino.

Los cambios en el tiempo de fusión del hielo marino han alterado la dinámica de la vida marítima, afectando a las algas, que son la base del sistema alimentario en esta región.

Según Julienne Stroeve, científica especializada en hielo marino de la Universidad de Manitoba, la desaparición del hielo afecta la temperatura del agua, lo cual desencadena una serie de cambios que impactan a organismos tanto grandes como pequeños que dependen del hielo para su supervivencia.

El deshielo temprano significa que los osos polares tienen menos tiempo para cazar focas, su principal fuente de alimento, antes de que el océano se abra en verano.

Esto, a su vez, está llevando a un aumento en el tiempo que los osos pasan en la costa, en ocasiones hasta 30 días más que sus predecesores.

Durante este tiempo, muchos de ellos no logran recuperar suficiente grasa, aumentando el riesgo de que las crías no sobrepasen sus primeros años de vida, ya que las madres tienen menos recursos para amamantarlas.

Un estudio reciente ha indicado que cada vez menos osos polares están naciendo y sobreviviendo a sus primeros meses, lo que es un indicador preocupante de la salud de la población.

Los datos muestran que la reducción del hielo marino en el Ártico ha sido dramática, con una pérdida estimada del 13% de su extensión por década desde 1979. Aunque en la bahía de Hudson ha habido un retraso temporal en la desaparición del hielo esta temporada debido a vientos inusuales, este es un alivio momentáneo que no aborda el problema subyacente de un clima cambiante.

La comunidad científica advierte que, si las temperaturas globales continúan en aumento, el umbral de no retorno podría llegar pronto y la futura supervivencia de los osos polares podría no ser posible.

Según los análisis, se prevé un incremento de entre 1.5 y 1.7 grados Celsius para finales del siglo, lo que significa que la población de osos polares podría verse gravemente comprometida en unas pocas décadas.

La extinción de los osos polares no solo representaría una pérdida para la biodiversidad de la región, sino que también sería un símbolo del impacto devastador del cambio climático que se siente en todo el planeta.

El futuro de los osos polares se encuentra en una encrucijada, y se necesita una acción global urgente para mitigar estos efectos antes de que sea demasiado tarde.