Investigadores de la Universidad de Saskatchewan trabajan en una batería eléctrica de larga duración que promete revolucionar el rendimiento de los vehículos eléctricos.
La Universidad de Saskatchewan está a la vanguardia de un avance significativo en la tecnología de baterías eléctricas.
Investigadores han identificado un nuevo tipo de batería que podría operar eficientemente hasta 8 millones de kilómetros, lo que representa aproximadamente 25 veces más que la vida útil de las baterías de iones de litio convencionales.
Este notable desarrollo se lleva a cabo en el Canadian Light Source (CLS), un sincrotrón ubicado en Saskatoon que permite a los científicos estudiar las estructuras internas de las baterías a un nivel microscópico.
Gracias a este equipo, los investigadores pudieron observar cómo las nuevas baterías de electrodos monocristales son mucho más resistentes a la formación de microfisuras que ocurre durante el ciclo de carga y descarga.
Según Toby Bond, un destacado científico del CLS, este avance es resultado de años de investigación, en colaboración con el profesor Jeff Dahn de la Universidad de Dalhousie.
Los investigadores encontraron que, a pesar de realizar 20,000 ciclos de carga y descarga, la batería no mostró señales de degradación, un logro que contrasta fuertemente con los problemas típicos de las baterías actuales, que tienen una vida útil promedio de entre 160,000 y 320,000 kilómetros (es decir, entre 10 y 20 años).
Una de las características más innovadoras de estas baterías es su composición: a diferencia de las baterías convencionales, cuyos electrodos están formados por partículas pequeñas y complejas, los nuevos electrodos monocristales son esencialmente un solo cristal grande.
Esta estructura proporciona una resistencia significativa a los esfuerzos mecánicos y reduce la pérdida de capacidad, un aspecto crucial en el rendimiento de las baterías de vehículos eléctricos.
Además de su aplicabilidad en el ámbito automotriz, Bond destaca otras posibles aplicaciones para estas baterías, como su uso en el almacenamiento de energía para redes eléctricas que dependen de fuentes renovables, como la energía solar y eólica.
Esto podría ayudar a mitigar la huella de carbono asociada a los vehículos eléctricos, al disminuir la necesidad de reemplazos de baterías en un futuro cercano.
Los fabricantes de vehículos eléctricos están ansiosos por incorporar esta nueva tecnología, y como bien indica Bond, ya hay baterías en proceso de producción comercial.
Se anticipa que en los próximos años estas baterías se utilizarán de manera más generalizada en diversos modelos de vehículos eléctricos, lo que podría revolucionar el mercado y ofrecer a los consumidores una opción más eficiente y sostenible.
Este avance no solo marca un hito en la industria automotriz, sino que también resalta la importancia de la investigación y el desarrollo dentro del contexto académico.
A medida que la transición hacia la movilidad eléctrica avanza, innovaciones como las baterías de electrodos monocristales destacan en el horizonte y podrían representar un cambio monumental en la forma en que consideramos la energía y la sostenibilidad.
La Universidad de Saskatchewan, al ser parte de esto, está demostrando cómo la ciencia puede impulsar iniciativas que benefician tanto al medio ambiente como a la industria.