Un agricultor de Manitoba prueba una nueva tecnología de amoníaco verde que elimina la dependencia de combustibles fósiles, aumentando el control sobre los insumos y reduciendo las emisiones de carbono.
Un agricultor de Manitoba, Curtis Hiebert, está entusiasmado con los avances en una nueva tecnología que promete revolucionar la agricultura, no solo en su provincia, sino en todo Canadá. Este innovador proceso implica la producción de amoníaco verde, un insumo clave utilizado en los fertilizantes nitrogenados, que se elabora de manera sostenible sin depender de combustibles fósiles.
Hiebert, quien ha estado cultivando desde los 12 años, opera el negocio agrícola R & L Acres y ha sido un firme defensor de la implementación de tecnologías que beneficien tanto al medio ambiente como a la economía agrícola.
La producción de amoníaco convencional se ha visto tradicionalmente ligada a la extracción de hidrógeno de fuentes fósiles como el petróleo crudo, el metano y el carbón, generando alrededor del 1.8% de las emisiones globales de dióxido de carbono.
De acuerdo con Hiebert, el nuevo sistema, establecido directamente en su granja, permite un mayor control sobre la oferta de este insumo crucial.
"Al tenerlo aquí, sabemos que está disponible; no es necesario transportarlo desde lugares lejanos como Brandon o Saskatchewan, donde se encuentran las plantas de amoníaco convencional", afirmó.
El sistema de producción de amoníaco verde fue desarrollado por una empresa canadiense llamada FuelPositive.
Su CEO, Ian Clifford, explicó que este innovador procedimiento utiliza electricidad para extraer hidrógeno del agua, que luego se combina con nitrógeno del aire para producir amoníaco libre de carbono.
Este tipo de producción se almacena directamente en la finca, proporcionándole al agricultor la flexibilidad de utilizarlo según sus necesidades.
"El aspecto más destacable de la producción de amoníaco verde es la necesidad de contar con una fuente de electricidad sostenible que no emita carbono desde el inicio del proceso", agregó Clifford, enfatizando que Manitoba, con su red eléctrica predominantemente hidroeléctrica y de bajo costo, es un lugar ideal para este tipo de iniciativas.
La producción de amoníaco, junto con los fertilizantes derivados, es fundamental para la alimentación del planeta, pero su producción actual tiene un alto costo ambiental.
Hacer que la producción de amoníaco sea descentralizada y accesible a los agricultores locales es una revolución en el sector agrícola, según Clifford.
"No podemos depender de la producción centralizada, cuyo impacto en términos de emisiones de carbono es inaceptable.
Lo más sensato es permitir que los usuarios finales produzcan el insumo necesario en sus propias granjas", declaró.
Además, el desarrollo de esta tecnología no solo representa una mejora ambiental, sino también una ventaja económica para los productores.
"Deberíamos poder prever el precio del amoníaco para los próximos 15 a 20 años, que es la vida estimada de la planta, lo que nos ofrece una estabilidad que antes no teníamos", compartió Hiebert.
Los beneficios de este innovador enfoque han captado la atención de académicos como Mario Tenuta, profesor de ecología del suelo en la Universidad de Manitoba, quien resalta la importancia de la transición hacia un sistema agrícola menos contaminante.
Tenuta subrayó que, aunque el amoníaco se ha producido de manera similar durante más de un siglo, este nuevo método podría allanar el camino hacia una agricultura más sostenible, reduciendo drásticamente las emisiones vinculadas a la producción alimentaria.
La implementación de amoníaco verde es, sin lugar a dudas, un paso significativo hacia un futuro agrícola más ecológico.
En un contexto donde las grandes procesadoras de alimentos y los minoristas buscan mejorar su huella ambiental, la tecnología de amoníaco verde se presenta como una solución imperativa y atrayente en la búsqueda de prácticas agrícolas más sostenibles.