La Comunidad de Madrid realiza monitoreos semanales para evaluar el manto nivoso en la Sierra de Guadarrama, contribuyendo a la seguridad de montañeros y la gestión hídrica.

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Cada invierno, la Comunidad de Madrid lleva a cabo un importante esfuerzo para monitorear el estado de la nieve en las zonas montañosas, realizando aproximadamente 50 sondeos en su territorio.

Estas evaluaciones son fundamentales para valorar el riesgo de aludes y el efecto del deshielo en los ríos locales. La supervisión de estas actividades corre a cargo del Cuerpo de Agentes Forestales autonómico (CAF).

Las inspecciones se realizan generalmente los miércoles, como parte de la rutina semanal. Durante este período, los expertos visitan lugares emblemáticos del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, incluidos los picos Cabeza de Hierro y Peñalara, que son conocidos por su abundante acumulación de nieve.

Debido a la dificultad de acceso a estas áreas, que se encuentran lejos de las rutas y caminos convencionales, el personal utiliza equipos especializados que incluyen esquís, raquetas y cascos, lo que les permite alcanzar altitudes considerables y terrenos complicados.

Para llevar a cabo estas evaluaciones exhaustivas, los profesionales utilizan herramientas especializadas, como termohigrómetros, que miden la temperatura y humedad del aire, así como lupas y columnas de estratigrafía que facilitan la inspección de las diferentes capas de nieve.

Cada análisis se compone de tres partes, comenzando con una ficha de observación meteorológica de montaña, en la que se registran métricas como la temperatura, la fuerza y dirección del viento, así como la acumulación de precipitación y la presencia de hielo en la superficie.

La segunda fase implica un detallado examen de los estratos de nieve, donde se identifican las distintas capas, se mide su densidad y contenido de aire, y se evalúan la dureza, la humedad y la temperatura de cada nivel.

Estos datos son cruciales para entender cómo interactúan estas capas entre sí y para prever posibles incidentes de aludes.

Finalmente, se realizan pruebas de estabilidad, en las que se aísla bloques de hielo y se les aplica presión para simular el paso de esquiadores y ver cómo reaccionan.

Esta información se complementa con datos de otros puntos de la sierra, lo que proporciona una imagen más completa del estado del manto nivoso.

Los resultados de estas investigaciones, que a veces se llevan a cabo en colaboración con agentes medioambientales de la vecina Castilla y León, se envían a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Esta entidad se encarga de evaluar la información recopilada y publica cada semana un boletín sobre el riesgo de aludes, en el que se establece un nivel de peligro clasificado del 1 al 5, además de la cota de posible ocurrencia.

Este boletín es de vital importancia para montañeros, excursionistas y equipos de emergencia, ya que les proporciona información clave para planificar sus actividades.

Asimismo, los datos obtenidos son utilizados por el personal técnico del Canal de Isabel II, que estudia el impacto de un hipotético deshielo en el caudal de los embalses que gestiona la empresa pública.

Esta labor de monitoreo no solo contribuye a la seguridad en la montaña, sino que también ayuda a gestionar eficientemente los recursos hídricos de la región, un factor crucial en el contexto del cambio climático y la creciente incertidumbre sobre las condiciones meteorológicas.