El mausoleo del padre de Bashar al-Assad fue destruido por combatientes islamistas, generando preocupación por la estabilidad del país tras años de conflicto.

En un acontecimiento que ha conmocionado a Siria, combatientes islamistas han incendiado el mausoleo de Hafez al-Assad, padre del presidente Bashar al-Assad.

Esta acción fue llevada a cabo bajo la dirección de Abu Mohammed al-Jolani, líder de los rebeldes, quien durante un comunicado explicó que perseguirán a aquellos responsables de torturas y asesinatos de detenidos durante el régimen de Assad.

A través de su declaración, compartida en el canal de Telegram de la televisión estatal siria, dejó en claro que la posibilidad de perdón no está sobre la mesa.

"Los buscaremos en Siria y pedimos a los países que entreguen a quienes hayan huido, para que podamos alcanzar justicia", declaró Al-Jolani.

El acto de quemar el mausoleo, que simboliza el legado del exdictador, ha sembrado el temor entre los miembros de la secta alauita, a quienes se les había prometido protección bajo los nuevos gobernantes.

Un residente de Qardaha, la ciudad natal de Assad, comentó sobre la inquietud que provoca este levantamiento, ya que muchos habían confiado en su seguridad tras la salida del antiguo régimen.

Esta acción no solo representa un ataque simbólico, sino que también abre viejas heridas en un país desgarrado por el conflicto civil durante más de trece años.

Con más de 500.000 muertos y millones de desplazados, la guerra en Siria ha dejado cicatrices profundas que aún permanecen visibles.

Los nuevos líderes enfrentan un enorme desafío: la necesidad de estabilizar el país y evitar que la violencia sectaria se reanude.

La comunidad internacional observa con atención, considerando las promesas de los rebeldes sobre un gobierno inclusivo y el respeto a los derechos de las minorías.

Sin embargo, la experiencia previa con grupos armados que han llegado al poder suele resultar desalentadora, ya que muchos no han logrado cumplir sus promesas de gobernanza.

El asesor adjunto de seguridad nacional de EE. UU., Jon Finer, comentó que Washington aún estudia la mejor forma de interactuar con estos rebeldes.

En palabras del portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, "hemos visto a lo largo de los años a numerosos grupos militantes que han tomado el poder, prometiendo el respeto de las minorías y la libertad religiosa, solo para fracasar en cumplir estas promesas". Esto genera un clima de incertidumbre sobre el futuro político de Siria.

El histórico mausoleo de Hafez al-Assad había sido un lugar donde muchos alauitas mostraban su lealtad al antiguo régimen.

Su destrucción simboliza no solo un cambio en la narrativa del conflicto, sino también el aumento del temor y la desconfianza entre diferentes sectas y comunidades.

A medida que el nuevo liderazgo rebelde busca consolidar su poder, el reto de ganar la confianza de un país dividido se vuelve cada día más evidente.

Los ecos de la destrucción probablemente resonarán en la política siria por un largo tiempo.