Un análisis sobre la transformación de Sihanoukville de un destino turístico para mochileros a un centro de casinos que ha desplasado a la población local.

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Sihanoukville, un conocido destino turístico en Camboya, ha sufrido un cambio drástico en su ecosistema social y económico en los últimos años.

Una vez hogar de playas tranquilas y un ambiente amigable para los mochileros, la ciudad se ha transformado en un bullicioso centro de casinos, que atrae a millones de visitantes, especialmente de China.

Sin embargo, este crecimiento ha traído consigo un ambiente sombrío y una desilusión palpable entre locales y turistas.

Al recorrer los casinos de Sihanoukville, es evidente que no son lugares donde la diversión abunde.

Las salas de juego son silenciosas y los rostros de quienes allí se encuentran muestran una mezcla de desesperación y concentración.

La ausencia de risas y celebraciones contrasta con la imagen vibrante que se podría esperar en un casino.

Los jugadores, a menudo solitarios, parecen atrapados en una rutina sin fin, mientras observan con ojos vacíos las mesas de juego.

El interés por este destino ha disminuido desde que empresas de turismo como Intrepid Travel decidieron retirar a Sihanoukville de sus itinerarios.

Esta decisión se debió a la saturación provocada por una inversión extranjera masiva y un auge en la construcción que ha arrasado con la esencia de la ciudad, una situación que algunos consideran desastroza.

Los edificios que predominan en el área son mayoritariamente de propiedad china, reflejando la influencia que este país ha tenido en la región.

Las calles están adornadas con carteles en chino y rara vez se encuentran restaurantes que ofrezcan auténtica comida jemer, lo que evidencia un desplazamiento cultural.

La población local ha visto cómo los precios de los alimentos y servicios han aumentado, a menudo fuera de su alcance debido a los altos alquileres impuestos por la llegada de los casinos.

El panorama nocturno de Sihanoukville que alguna vez fue atractivo, se ha tornado sombrío.

Las luces neón de los casinos difícilmente pueden ocultar la tristeza presente en los rostros de los que laboran en ellos, ya que muchos son hostesses y croupiers que luchan por alcanzar sus metas diarias en un entorno que no les favorece.

A pesar de la visita de numerosos turistas, incluidos los ricos jugadores conocidos como 'ballenas chinas', hay una falta de interés por la cultura local.

Al llegar un sábado soleado, el único indicio de vida local que se percibe son los grupos de camboyanos provenientes de Phnom Penh, quienes pasan el día en la playa con loncheras, disfrutando de lo que les queda de la Sihanoukville que conocían.

Mientras el destino parece haber olvidado a sus residentes, se pregunta si Sihanoukville logrará recuperar alguna vez su antigua gloria, o si sus transformaciones la han llevado a un punto de no retorno.

La historia de Sihanoukville es un recordatorio de cómo el desarrollo sin control puede amenazar la identidad de un lugar y afectar a su comunidad original.