Las dudas sobre cuánto tiempo debería permanecer en el cargo la vieja guardia de la política estadounidense se han elevado tras un incidente con el senador Mitch McConnell, líder republicano de larga trayectoria quien ha parecido cada vez más debilitado y frágil después de una serie de caídas y una grave lesión en la cabeza este año. Durante una conferencia de prensa, McConnell se quedó congelado de repente, sin responder, durante aproximadamente 30 segundos. Surgió la pregunta sobre si se postularía nuevamente para el cargo en 2026 y McConnell necesitó que le repitieran la pregunta varias veces. Este incidente marca la segunda vez en aproximadamente un mes que McConnell, uno de los hombres más poderosos del Congreso estadounidense, se congela durante una aparición pública. Los medios de comunicación de Estados Unidos aseguran que ha habido otros incidentes similares no reportados.

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Mitch McConnell, de 81 años y recientemente reelecto para su séptimo mandato en 2020, publicó posteriormente una carta del médico del Congreso que lo declara 'aptitud médicamente clara' para continuar con su agenda planificada, pero dado que ha evitado responder preguntas sobre su salud en el pasado, las especulaciones vuelven a surgir sobre qué sucedería si se retirara a mitad de su mandato.

Los problemas de salud de McConnell inevitablemente han generado comparaciones con su octogenario colega, el presidente Joe Biden, quien estará a punto de cumplir 82 años para las próximas elecciones en Estados Unidos.

La cobertura constante de los tropiezos, errores y deslices verbales de Biden ilustra cuán potente se ha vuelto el edadismo como arma en la política estadounidense contemporánea.

Incluso fervientes defensores no dudan en utilizar el edadismo en contra de los suyos: por ejemplo, la representante republicana Marjorie Taylor Greene, aliada de Donald Trump y no fanática del colega McConnell, recurrió a las redes sociales para calificar el incidente como ejemplo de 'personas que no son aptas para el cargo'.

Esta controversia está notablemente ausente en la política australiana, donde preferimos a nuestros líderes políticos jóvenes.


Robert Menzies podría haberse mantenido en el cargo hasta los 71 años, pero tenía solo 54 cuando comenzó su segundo mandato como primer ministro.

Nuestro miembro del Parlamento Federal de mayor edad, Bob Katter, tiene 78 años.

En comparación, Washington está lleno de expertos veteranos.

Aparte de McConnell, hay 19 miembros del Congreso que superan los 80 años.

La senadora demócrata de California, Dianne Feinstein, estuvo ausente de Washington durante meses este año debido a un episodio de culebrilla.

Ella tiene 90 años.

Sin embargo, la carrera presidencial es otra historia.

El debate sobre la edad del presidente no es nuevo.

En 1980, Ronald Reagan, con 69 años, el presidente de mayor edad en asumir el cargo en ese momento, respondió inteligentemente a las preguntas sobre su edad diciendo que 'no haría de la edad un tema en esta campaña.

No voy a explotar, con fines políticos, la juventud e inexperiencia de mi oponente'. Dwight Eisenhower y John F. Kennedy también fueron objeto de edadismo: Eisenhower, a los 62 años, por considerarse demasiado viejo; Kennedy, a los 43 años, por ser demasiado joven.