El emblemático gato de la residencia del Primer Ministro británico, Larry, ha sido testigo de la inestabilidad política del país mientras se suma una nueva mascota a la familia Starmer.
En un reciente episodio que combina lo absurdo con lo curioso, me encontré en una fila de un restaurante de comida rápida, observando con asombro cómo una persona, con características de felino, se esforzaba en encontrar un menú que parecía ir en contra de su naturaleza.
Era evidente que esta persona pertenecía a la subcultura de los 'furries', individuos que se identifican como personajes animales, en este caso, un gato.
Mientras aguardaba su turno, contestaba a su teléfono con un 'hola' en lugar del típico 'miau'.
Por otro lado, en el corazón de la política británica, Larry, el gato de Downing Street, se ha convertido en un ícono de estabilidad en medio del caos gubernamental.
Este gato atigrado, que llegó en 2007 para combatir una plaga de roedores, ha sobrevivido a cinco primeros ministros y ha sido calificado en ocasiones como la única constante a lo largo de 14 años de agitación política en el Reino Unido.
Curiosamente, Larry, el cual ha sido fotografiado persiguiendo a otros animales en el jardín, no es el primer gato en desempeñar este rol en la residencia presidencial, pues hay registros de gatos en Downing Street desde 1929.
Larry no es un gato de propiedad del primer ministro, sino del personal de la residencia, lo que significa que cada nuevo primer ministro temporalmente hereda al felino.
Recientemente, el nuevo Primer Ministro británico, Sir Keir Starmer, ha anunciado que adquirió un nuevo gato para sus hijos, lo cual ha añadido una nueva capa a la historia de Larry.
Al indagar más, nos damos cuenta de que la situación no es tan sencilla; la familia Starmer ya tiene un gato llamado Jojo, lo que generó confusión respecto a la adopción planificada de un perro.
Sin embargo, tras varias negociaciones, emergió un nuevo inquilino felino, un gatito siberiano llamado Prince.
Esta decisión ha dejado en el aire la dinámica entre los dos gatos en Downing Street, especialmente considerando que Larry ya tiene que lidiar con la existencia de otro gato y la presencia de nuevos humanos en su territorio.
Además, el icono felino ha sido objeto de análisis por su relación con la política británica.
Un estudio de 2014 mostró que la percepción de los votantes sobre Larry estaba influenciada por sus inclinaciones políticas; de hecho, actualmente es más popular entre los votantes laboristas, quienes lo han redescubierto tras la elección del 5 de julio, mientras que los conservadores que lo apoyaban antes, ahora tienen opiniones desfavorables tras la llegada de Rishi Sunak al poder.
A medida que el liderazgo político cambia, es probable que las opiniones hacia Larry fluctúen en consecuencia.
Esto refleja no solo la volatilidad del entorno político británico, sino también cómo una simple mascota puede simbolizar y, a la vez, complicar las dinámicas en Downing Street.
La historia de Larry continúa siendo un testimonio de lo extraño pero fascinante que puede ser el mundo de la política, donde incluso un gato se encuentra atrapado en la batalla de ideas y percepciones de una nación.