El pontífice Jorge Mario Bergoglio, conocido como el papa Francisco, murió tras sufrir varias complicaciones médicas, incluyendo un ictus y un fallo cardíaco irreversible, dejando un legado en la iglesia y en la historia moderna.

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En las primeras horas del lunes 21 de abril, se confirmó la triste noticia del fallecimiento del papa Francisco, cuyo nombre secular es Jorge Mario Bergoglio.

El pontífice, de 86 años, había estado enfrentando una serie de problemas de salud en los últimos días, que finalmente derivaron en su deceso. Según informes oficiales, sufrió un ictus, seguido de un coma profundo y un fallo cardiocirculatorio irreversible, causado por una alteración brusca en la circulación cerebral que afectó severamente una región del cerebro vital para sus funciones.

El papa Francisco había sido una figura influyente y controvertida en la Iglesia Católica, conocido por su postura humilde y su compromiso con los pobres.

Sin embargo, su salud se deterioró progresivamente, lo que generó preocupación en todo el mundo. La noticia de su muerte ha provocado una ola de tristeza y homenajes en diferentes países, mientras la Santa Sede inicia los procedimientos para la elección de su sucesor.

El pontífice, nacido en Buenos Aires en 1936, fue el primer papa jesuita y el primero en América Latina en llegar a la máxima autoridad de la Iglesia Católica.

Durante su papado, impulsó numerosas reformas y se convirtió en un símbolo de esperanza para millones de fieles y no creyentes. Además, su liderazgo estuvo marcado por su enfoque en temas sociales, medioambientales y su postura de apertura hacia otros credos y culturas.

Cabe destacar que, más allá de su figura pública, el papa Francisco también tuvo una historia de vida llena de matices. En su juventud, enfrentó diversas experiencias que forjaron su carácter, incluyendo una historia de amor en su adolescencia que pocos conocían. Según revelaciones de una antigua amiga, Amalia Damonte, quien fue vecina en Buenos Aires, el pontífice en su infancia y adolescencia tuvo un romance con ella a los 12 años.

Amalia contó en una entrevista que Bergoglio le había confesado en aquel entonces: “Si no puedo casarme contigo, me haré sacerdote”.

La relación entre ambos duró poco, ya que los padres de Amalia no aceptaban el vínculo. La joven, en su relato, recordó que su padre incluso le pegó cuando ella le escribió una nota a un niño, en referencia a su amistad con Bergoglio.

Poco después, el futuro papa ingresó al seminario, tomando un camino distinto al de un amor adolescente. Aunque mantuvieron contacto mediante cartas durante un tiempo, finalmente siguieron caminos separados.

A pesar de su vocación religiosa, Amalia expresó su admiración por Francisco y manifestó que ambos compartían valores como la humildad y el amor por los pobres.

“Creo que él es muy sensato, y yo también lo soy. Somos muy humildes y amamos a los pobres. La diferencia es que hoy en día, la sociedad no valora ese amor por los más necesitados; en cambio, se enamora solo de la ropa elegante y el lujo”, reflexionó.

El legado del papa Francisco va más allá de su historia personal; su impacto en la iglesia y en la sociedad global será recordado por generaciones.

Su muerte marca el fin de una era y abre una etapa de incertidumbre y esperanza en la elección de un nuevo líder para la Santa Sede. La comunidad internacional y los fieles esperan que su sucesor continúe promoviendo los valores que Francisco defendió con pasión durante su papado.