La decisión de la NASA de retornar la cápsula Starliner sin tripulación pone en duda el futuro de Boeing en la exploración espacial.

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Washington: La reciente decisión de la NASA de regresar la cápsula Starliner de Boeing a la Tierra sin astronautas ha levantado inquietudes sobre el futuro de la división espacial de la compañía, luego de numerosos tropiezos y retrasos.

Los analistas y expertos de la industria expresan su preocupación sobre si Boeing podrá volver a recuperar la confianza y reorientar exitosamente su trayectoria en el sector.

El objetivo original de esta misión era transportar a los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams a la Estación Espacial Internacional (EEI), marcando un punto de inflexión para Starliner después de años de problemas técnicos y contratiempos en la cadena de suministro.

Desde 2016, Boeing ha perdido alrededor de 1,5 mil millones de euros (1,6 mil millones de dólares) en sobrecostos, según un análisis de los informes de valores realizado por Reuters.

La cápsula Starliner consiguió acoplarse al módulo Harmony de la EEI. La misión, que inicialmente previsto que los astronautas estuvieran en la estación espacial durante unos ocho días, ha sido extendida a ocho meses debido a problemas técnicos con la cápsula.

Se ha confirmado que Starliner regresará de manera autónoma a nuestro planeta a comienzos del próximo mes.

Durante la misión, el sistema de propulsión de la cápsula presentó fallas, llevando a la NASA a considerar los propulsores como inseguros para el viaje de regreso.

Por esta razón, los astronautas Wilmore y Williams serán traídos de vuelta a casa en una cápsula Crew Dragon de SpaceX el año que viene, lo que representa un nuevo golpe para Boeing en comparación con la empresa espacial de Elon Musk.


La misión fue concebida como una prueba final previa a la certificación de Starliner por parte de la NASA para vuelos regulares.

Con la llegada de Kelly Ortberg como nuevo consejero delegado, Boeing enfrenta el dilema de si seguir invirtiendo dinero en Starliner, un proyecto que muchos analistas consideran poco probable que sea rentable, o si desmantelar la división de cápsulas y centrarse en rehabilitar su reputación en la fabricación de aviones, que también ha sido afectada.

Por otra parte, en el ámbito de sus proyectos espaciales, los órganos de control del gobierno de los Estados Unidos han señalado repetidamente que Boeing se encuentra años retrasado y con varios miles de millones de dólares de sobrepresupuesto en su rol como contratista principal del cohete Space Launch System (SLS), el vehículo clave del programa lunar de Estados Unidos.

A pesar de los retos, el administrador de la NASA, Bill Nelson, ha mantenido conversaciones con Ortberg y se mostró optimista sobre el futuro de Starliner.

Sin embargo, este optimismo no garantiza un compromiso a largo plazo si los problemas técnicos continúan afectando el rendimiento de la cápsula.

La industria observa atentamente estos acontecimientos, preguntándose si Boeing podrá superar esta difícil etapa y encontrar una solución viable para su división espacial.