La ciudad de Palma, en la isla española de Mallorca, se está convirtiendo en referente de la revolución verde gracias a la inversión en hidrógeno verde.
La idílica isla de Mallorca, famosa por su impresionante costa, calas aisladas, montañas de caliza, arquitectura y bodegas, se ha convertido desde hace mucho tiempo en un destino favorito de los ricos, famosos y creativos de todos los ámbitos.
Ya sea Jules Verne, que encontró inspiración para su novela Viaje al centro de la Tierra en sus cuevas subterráneas, o el empresario australiano Christopher Skase, quien intentó hacer dinero con resorts después de huir de las autoridades y acreedores en su país, la isla ha fascinado a todos.
Incluso es el hogar del campeón de tenis español Rafael Nadal y ha sido escenario de estrellas de Hollywood como Audrey Hepburn y Elizabeth Taylor.
Uno de los residentes más famosos de Mallorca fue el poeta y novelista inglés Robert Graves, quien se mudó a la isla en 1929. Allí encontró todo lo que deseaba como escritor: sol, mar, montañas, agua de manantial, árboles frondosos, ausencia de política y algunos lujos civilizados como luz eléctrica y servicio de autobuses a Palma, la capital.
Estos elementos: sol, agua, electricidad e incluso el servicio de autobuses, ahora se han convertido en el centro de un audaz intento que sitúa a Mallorca a la vanguardia de la revolución climática, como líder mundial en la carrera hacia la neutralidad de carbono.
Este verano, minibuses que funcionan con hidrógeno verde han trasladado a los turistas entre el concurrido aeropuerto y su alojamiento.
En los próximos años, la energía producida por la planta de hidrógeno de la isla se utilizará para calefacción y electricidad a través de pilas de combustible en edificios comerciales y públicos, incluyendo hoteles propiedad de la cadena con sede en Mallorca, Iberostar.
Después, se pretende suministrar energía auxiliar para transbordadores y operaciones portuarias, y crear una estación de repostaje de hidrógeno.