Ihab Matar, parlamentario en Líbano, comparte su experiencia como australiano y su regreso a su tierra natal en un contexto de crisis económica.

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Ihab Matar, un miembro del parlamento libanés, se encuentra en una encrucijada entre su vida en Australia y su papel en el gobierno de Líbano.

A pesar de haber nacido en Trípoli, la segunda ciudad más grande del país, Matar se siente tan australiano como libanés.

"Aún vivo allí", enfatiza cuando le preguntan sobre su traslado a Líbano.

"Tengo mi negocio en Australia".

Nacido en 1980, Matar vivió su infancia en medio de la guerra civil libanesa que se extendió durante 15 años, un conflicto que dejó profundas cicatrices en la sociedad y la economía del país.

En 2000, tras finalizar la secundaria, decidió mudarse a Sídney para estudiar ciencias de la computación, aunque pronto cambió de rumbo académico y se inclinó hacia la medicina, convirtiéndose en ciudadano australiano en el proceso.

Como un exitoso empresario de construcción en Menangle, un suburbio del suroeste de Sídney, Matar tenía una vida plácida junto a su esposa e hijos.

Sin embargo, la inestabilidad política en Líbano, acentuada por una crisis económica devastadora, lo llevó a replantearse su futuro.

Entre 2019 y 2021, el Producto Interno Bruto por cápita de Líbano se contrajo un alarmante 37%, mientras que la inflación alcanzó un feroz 154%, cifras que ponen en perspectiva la crisis actual del costo de vida en Australia.

Las masivas protestas comenzaron a manifestarse en Líbano, en parte a causa de la decisión del gobierno de imponer un cargo por las llamadas de WhatsApp.


Matar, inspirado por el clamor popular contra la corrupción y el descontento generalizado, tomó la valiente decisión de regresar a su país natal y postularse para el parlamento.

"Solo se vive una vez, y si Líbano me necesita, debo estar aquí", afirma Matar, reconociendo la difícil situación que enfrenta su país.

Su larga ausencia del ámbito político y su vida transcurrida en Australia terminaron jugando a su favor en un contexto donde la desaprobación hacia la clase política era abrumadora.

Desde su retorno, Matar ha trabajado incansablemente en su plataforma centrada en la lucha contra la corrupción, intentando tener un impacto positivo en la vida de sus compatriotas.

A medida que Líbano intenta recuperarse de la crisis económica, su visión de un futuro más sostenible y justo resuena con muchos ciudadanos que ven en él una figura de cambio.

En este sentido, su historia es un recordatorio del papel que los expatriados pueden desempeñar en la reconstrucción de sus países de origen, aportando experiencias y conocimientos que pueden ayudar a lidiar con los desafiantes problemas que enfrentan.

Mientras tanto, la comunidad libanesa en Australia observa de cerca su progreso, recordando que la diáspora tiene mucho que ofrecer a su tierra natal, incluso en tiempos de crisis.