El líder laborista Keir Starmer se enfrenta a desafíos monumentales al asumir el cargo de primer ministro en un Reino Unido golpeado por la pandemia y el Brexit.

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En el Reino Unido, Keir Starmer se enfrenta a uno de los desafíos más monumentales de cualquier primer ministro entrante desde que el Partido Laborista de Clement Attlee ganó por mayoría abrumadora en las elecciones generales de 1945, cuando una nación agotada emergió de seis años de guerra.

En solo cuestión de días, la mayoría del nuevo héroe laborista de alrededor de 170 escaños quedará prácticamente olvidada, ya que los problemas de un Reino Unido fracturado recaerán sobre sus hombros detrás de la famosa puerta negra de 10 Downing Street.

El legado económico de la posguerra de Attlee fue increíblemente difícil.

Gran Bretaña, habiendo utilizado tantos de sus recursos para asegurar la victoria en la guerra, estaba al borde de la bancarrota.

La vivienda y la infraestructura, devastadas por los bombardeos, eran lamentablemente inadecuadas, y se tuvo que encontrar empleo para los soldados que regresaban a casa a gran escala.

Durante los próximos seis años, su gobierno construyó la Gran Bretaña de posguerra y consolidó su lugar en el orden internacional.

Gran Bretaña ha vuelto a pasar por un trauma colectivo, pero esta vez en la forma muy diferente de la pandemia de COVID-19. La magnitud del desafío, sin embargo, es uno que Attlee reconocería, y una vez más recae sobre el Partido Laborista la tarea de ofrecer un cambio transformacional para mejorar la vida de las personas.

Starmer hereda un Reino Unido que ha sido marcado por repetidas crisis globales, exacerbadas por la interrupción de su divorcio de la Unión Europea, que finalmente se hizo efectivo a principios de 2020. Las cicatrices todavía son visibles.


El sistema de salud pública tiene más de 7.5 millones de personas esperando tratamiento.

Alrededor de 2.8 millones de personas están de baja por enfermedad.

Y la salida de la UE ha actuado como un lastre adicional para el crecimiento económico, con una caída del 4 por ciento en la productividad potencial.

Por primera vez desde que comenzaron los registros en 1955, los hogares británicos son, en promedio, más pobres después de este mandato parlamentario, una vez ajustados por inflación.

Históricamente, el Partido Laborista ha sido una fuerza predominante en la política británica, habiendo liderado el país en múltiples ocasiones y dejando una huella en la historia moderna.

Desde la implementación del Estado de Bienestar durante la posguerra hasta reformas laborales y sociales fundamentales, el Partido Laborista ha sido un actor clave en la configuración de la sociedad británica.

La llegada de Keir Starmer como primer ministro se produce en un momento crucial para el país, que busca recuperarse de los estragos de la pandemia de COVID-19 y definir su futuro fuera de la Unión Europea.

Su liderazgo y capacidad para impulsar cambios significativos serán sometidos a una prueba sin precedentes en la historia reciente del Reino Unido, mientras la nación busca sanar sus heridas y avanzar hacia una nueva etapa de progreso y estabilidad.