El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, ha recibido con satisfacción la noticia de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dice que está considerando una solicitud para abandonar la larga lucha de una década de Estados Unidos para procesar al fundador de Wikileaks, Julian Assange.

Durante años, Australia ha pedido a Estados Unidos que deje de perseguir a Assange, un ciudadano australiano que ha luchado contra los esfuerzos de extradición de Estados Unidos desde la cárcel en el Reino Unido.

Cuando se le preguntó sobre la solicitud el jueves, mientras recibía al primer ministro japonés Fumio Kishida en una visita oficial, Biden dijo: "Lo estamos considerando". Albanese fue preguntado sobre la solicitud durante una entrevista con la televisión ABC, una de varias entrevistas que ha realizado la mañana del jueves.

"Este es un comentario alentador del presidente Biden", dijo Albanese, agregando que Australia había abogado consistentemente para que el gobierno de Estados Unidos abandonara su persecución.

"Ya es suficiente, no hay nada que ganar con la continua encarcelación del Sr.

Assange", dijo.

En octubre del año pasado, Albanese planteó directamente la situación de Assange con Biden durante una visita de Estado a Washington DC. Pat Conroy, ministro de industria de defensa de Australia, que actualmente se encuentra en Estados Unidos para hablar sobre AUKUS, dijo en el programa ABC AM: "El gobierno australiano, desde el primer ministro Albanese hasta abajo, ha sido muy claro en que creemos que el asunto de Assange necesita llegar a su fin y creemos que ha estado ocurriendo durante demasiado tiempo y lo hemos comunicado tanto al gobierno de Estados Unidos como al Reino Unido, así que celebro el comentario del presidente Biden". Assange ha sido acusado de 17 cargos de espionaje y un cargo de uso indebido de ordenador por la publicación en su sitio web de una gran cantidad de documentos clasificados de Estados Unidos hace casi 15 años.

Los fiscales estadounidenses alegan que Assange, de 52 años, alentó y ayudó a la analista de inteligencia del Ejército de Estados Unidos, Chelsea Manning, a robar cables diplomáticos y archivos militares que WikiLeaks publicó, poniendo vidas en riesgo.