El primer ministro Benjamin Netanyahu enfrenta intensas críticas y un llamado a la rendición de cuentas tras el peor fracaso de seguridad en la historia de Israel.

Tel Aviv: En el último año, Benjamin Netanyahu ha estado al mando durante uno de los peores fracasos de seguridad en la historia de Israel, considerado por muchos como el mayor trauma para el pueblo judío desde el Holocausto: los ataques del 7 de octubre.

La Corte Penal Internacional ha solicitado una orden de arresto en su contra por crímenes de lesa humanidad relacionados con la forma en que Israel ha llevado a cabo la guerra en Gaza, conflicto que se ha prolongado por casi 12 meses.

Según estimaciones del ministerio de salud de Gaza, controlado por Hamas, se reportan cerca de 42,000 muertes palestinas.

El líder de Hamas y arquitecto de los ataques del 7 de octubre, Yahya Sinwar, continúa en libertad, lo que aumenta la frustración entre los israelíes.

Muchos ciudadanos, incluidos los familiares de los rehenes, han expresado su furia hacia Netanyahu por no haber logrado negociar el regreso de los 101 rehenes que aún permanecen en Gaza.

97 de ellos fueron secuestrados el 7 de octubre y cuatro más lo fueron anteriormente.

Existe una creencia generalizada de que su falta de acción se debe a cálculos políticos cínicos y a un deseo de aferrarse al poder a toda costa.

La reputación internacional de Israel ha sufrido un duro golpe, particularmente en sus relaciones con Estados Unidos, su socio de seguridad más importante.

A pesar de los eventos trascendentales recientes en el Medio Oriente, Netanyahu y el presidente estadounidense Joe Biden no han tenido comunicación en dos meses, lo que refleja la creciente desconfianza entre ambos líderes.

Un cartel en Kibbutz Be’eri representa a Netanyahu como “Demolisher of Israel”, un apodo que revela el descontento entre sus compatriotas tras la tragedia del 7 de octubre, durante la cual 101 civiles y 31 miembros de seguridad fueron asesinados por Hamas.

A pesar de la presión, Netanyahu, quien asumió el poder por primera vez en 1996 y ha sido una figura central en la política israelí durante las últimas tres décadas, sigue aferrado a su cargo.

Curiosamente, sus índices de popularidad han comenzado a recuperarse.

Este cambio es notable en comparación con las semanas posteriores al 7 de octubre de 2023, cuando las encuestas mostraban un desplome en su popularidad, y hasta los medios israelíes que lo apoyaban exigían su renuncia.

“Este es el triste final de la era Netanyahu”, comentó su biógrafo, Anshel Pfeffer, en octubre pasado.

La situación en Israel continúa evolucionando, y la presión interna e internacional sobre Netanyahu sigue creciendo.

Con la guerra en Gaza aún en curso y las tensiones en aumento, el futuro político de Netanyahu y la estabilidad del país son inciertos.

Las decisiones que tomen los líderes actuales determinarán el rumbo de Israel en un momento crítico de su historia.