La interferencia electrónica en Medio Oriente y Ucrania está afectando la navegación aérea lejos de los campos de batalla, generando preocupación en los pilotos y exponiendo una consecuencia no deseada de una táctica que expertos aseguran se volverá más común.

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La interferencia de radiofrecuencia, destinada a interrumpir las señales satelitales utilizadas por cohetes, drones y otras armas, aumentó después de la invasión de Rusia a Ucrania a principios de 2022 y se ha vuelto aún más intensa recientemente en Medio Oriente.

Esta interferencia puede implicar el bloqueo de las señales satelitales al inundarlas de ruido o el engaño de las mismas, imitando señales satelitales reales para engañar a los receptores con información falsa.

Hasta el momento, la interferencia de radio no ha demostrado ser peligrosa.

Sin embargo, los sistemas de aeronaves han demostrado ser en gran medida incapaces de detectar el engaño GPS y corregirlo, según Opsgroup, una organización que monitorea los cambios y riesgos en la industria de la aviación.

En septiembre, un jet Embraer con destino a Dubai, Emiratos Árabes Unidos, estuvo a punto de ingresar al espacio aéreo iraní antes de que los pilotos descubrieran que el avión estaba siguiendo una señal falsa.

Los aviones suelen poder volar de manera segura sin señales satelitales y los grandes aviones comerciales tienen al menos seis sistemas de navegación alternativos, según los pilotos.

Sin embargo, las aeronaves ejecutivas como los Dassault Falcons, Gulfstreams y Bombardiers parecen ser más susceptibles al engaño de señales, según la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea.

La tensión en la aviación podría ser un indicio de futuros problemas económicos y de seguridad a medida que se proliferen las armas de guerra electrónica.

Los mercados financieros, las compañías de telecomunicaciones, los proveedores de energía, los radiodifusores y otras industrias en todo el mundo dependen de las señales satelitales para mantener un tiempo preciso.

Un estudio británico señala que una interrupción de cinco días de las señales satelitales podría costarle al país 6,3 mil millones de dólares.