Tras semanas de tensión, Hezbollah e Israel intercambiaron ataques en lo que parecía ser una respuesta a la reciente muerte de un líder del grupo libanés. A pesar de ello, ambos bandos están intentando contener el conflicto para evitar una guerra a gran escala.

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Jerusalén: Durante semanas, los israelíes han estado expectantes ante la posibilidad de un ataque masivo por parte de Hezbollah como respuesta a la reciente eliminación de un alto comandante de este grupo en Beirut el mes pasado.

Las preocupaciones sobre una posible escalada transfronteriza que podría desencadenar una guerra regional han sido el centro de atención en la sociedad israelí.

Sin embargo, muchos despertaron el domingo para descubir que, al menos en el corto plazo, el tan temido ataque de Hezbollah parecía haber sido contenido antes de que realmente comenzara.

A primera hora de la mañana, se conoció que las fuerzas israelíes llevaron a cabo ataques preventivos al amanecer, destruyendo lo que, según las autoridades, eran miles de lanzadores de cohetes de Hezbollah ubicados en el sur de Líbano.

Por su parte, Hezbollah no se quedó de brazos cruzados, lanzando una serie de cohetes y drones hacia el norte de Israel, lo que, según el ejército israelí, resultó en la muerte de un oficial naval.

Ambos bandos se apresuraron a declarar ciertas victorias en sus respectivos frentes.

Hezbollah afirmó haber completado la "primera etapa" de su ataque como venganza por la muerte de su líder, Fuad Shukr, sugiriendo que iban a poner fin a la ofensiva, al menos por el momento.

El Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, informó que había mantenido conversaciones con el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Lloyd Austin, donde ambos discutieron la crucial importancia de evitar una escalada en la región.


Este tipo de comunicación bilateral sugiere un esfuerzo por desescalar la situación antes de que se complique aún más.

El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, se dirigió a sus seguidores en un discurso transmitido por la cadena de televisión al-Manar, afirmando que su grupo había atacado una base de inteligencia israelí en Glilot, al norte de Tel Aviv.

Nasrallah indicó que si los resultados de este ataque eran considerados satisfactorios, el grupo se tomaría un descanso en sus operaciones.

No obstante, dejó claro que si el ataque resultaba en un fracaso, Hezbollah se reservaba el derecho de llevar a cabo más reacciones en un futuro cercano.

A medida que el día avanzaba, el clima en el Medio Oriente se mantuvo en tensión, con un futuro incierto.

La historia reciente ha demostrado que escaladas en la región pueden rápidamente convertirse en conflictos abiertos y prolongados, como ocurrió durante la Guerra del Líbano en 2006, un recordatorio constante de los riesgos que conlleva cualquier intento de provocación o represalia entre estas dos entidades.

La situación actual es delicada, y la comunidad internacional observa de cerca cómo se desarrollarán los eventos en los días venideros.