Un ataque aéreo en el campamento de refugiados de Jabaliya en el norte de Gaza ha dejado una gran cantidad de muertos y heridos, lo que pone en riesgo el apoyo y la simpatía hacia la causa israelí. El objetivo del ataque eran terroristas de Hamas, pero el resultado ha sido un daño colateral devastador en un campamento lleno de personas inocentes.

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El reciente ataque aéreo en el campamento de refugiados de Jabaliya, en el norte de Gaza, ha sido una escalofriante muestra de la falta de consideración por parte de Israel hacia la vida civil.

Según informes, el objetivo del ataque era el líder de Hamas, Ibrahim Biari, quien participó en un ataque contra Israel el pasado 7 de octubre.

Sin embargo, las consecuencias del ataque han sido devastadoras, dejando un alto número de muertos y heridos en el campamento de refugiados densamente poblado.

Las imágenes del bombardeo han circulado por todo el mundo y cada persona sacará sus propias conclusiones al respecto.

Pero algo está claro: un campamento de refugiados no es una zona de guerra.

El Herald ha apoyado en gran medida a Israel en su lucha contra aquellos que buscan destruirlo, pero este ataque es absolutamente inaceptable.

Después de presenciar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, donde bombardeos indiscriminados y armas nucleares mataron a poblaciones civiles en ambos lados, los miembros de las Naciones Unidas adoptaron en 1949 las Convenciones de Ginebra sobre crímenes de guerra para detener la carnicería.

Según el derecho internacional, Israel tiene la responsabilidad de asegurarse de que solo ataque objetivos militares para evitar un excesivo número de bajas civiles.


El Coronel Jonathan Conricus, portavoz internacional de las Fuerzas de Defensa de Israel, afirmó a la ABC que este ataque no puede ser considerado un crimen de guerra.

En su lugar, acusó a los militantes de Hamas de utilizar a mujeres y niños como escudos humanos, incluso en una red de túneles bajo escuelas y clínicas.

Además, aseguró que Israel había pedido a los civiles que evacuaran durante más de dos semanas, y que estos habían decidido quedarse voluntariamente.

Sin embargo, es imposible evaluar de manera independiente la información utilizada por Israel para bombardear el campamento de refugiados en su búsqueda del comandante de Hamas y sus colaboradores.

Ben Saul, académico de la Universidad de Sydney y recientemente nombrado relator especial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos y lucha contra el terrorismo, afirmó que el hecho de que Hamas no evacue ni proteja a sus ciudadanos y se esconda entre ellos no exime a Israel de sus obligaciones.

Según la ley, Israel está obligado a asegurarse de atacar únicamente objetivos militares y no civiles, evitando así un excesivo número de víctimas civiles y ataques indiscriminados a la población civil.