Finlandia puede ser considerado el país más feliz del mundo según el Informe Mundial de la Felicidad anual, pero no se recomienda sonreír a un finlandés en la calle.

'Pensarán que eres un bicho raro', dice el embajador de Finlandia en Australia, Arto Haapea.

'Es un gran cambio', confirma uno de sus empleados.

'Es confrontante'.

De acuerdo con el informe, que se basa en una medida autoevaluada de 1 a 10 puntos en una encuesta a personas de unos 140 países, Australia ocupa el décimo lugar este año.

Si los finlandeses no parecen muy felices, ¿por qué la alta calificación? Podría deberse a la metodología del índice.

Por ejemplo, Australia supera a Finlandia en medidas objetivas de bienestar, como el Índice de Desarrollo Humano de la ONU y el Índice de Mejores Vidas de la OCDE.

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Sin embargo, Finlandia debe estar haciendo algo bien.

Ha encabezado el Índice de Felicidad durante siete años consecutivos.

Y está en el top doce de todas las comparaciones internacionales de bienestar, al igual que la mayoría de las naciones nórdicas.

'A esto lo llamamos una infraestructura de felicidad, de bienestar', me dice Haapea.

'Comienza con la confianza; confianza en la sociedad, confianza en los demás.

La confianza en las instituciones es fuerte todavía'. Nombra valores compartidos de dignidad humana, respeto mutuo, igualdad y equidad de género, imbuidos a través de la familia y la escuela.

Otro contribuyente, dice, son los sistemas de seguridad social y un énfasis en el equilibrio entre el trabajo y la vida personal.