La ciudad de Erie se convierte en un punto clave en la lucha por la Casa Blanca, con visitas de candidatos y un historial electoral decisivo.

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El mes pasado, J.D. Vance realizó una visita a mi antiguo hogar en Erie, Pennsylvania, una ciudad industrial con una población de 270,000 habitantes.

Vance organizó un mitin en un almacén de transporte antes de detenerse en mi carnicería favorita, Gordon’s Meat Market, donde disfrutó de una cerveza y un sándwich de carne asada.

Erie, situada en la ribera del lago Erie, es un lugar lleno de historia y significado electoral.

La semana siguiente a la visita de Vance, el candidato a vicepresidente demócrata, Tim Walz, hizo acto de presencia.

En un parque junto al lago, un lugar donde mis hijos solían andar en bicicleta, Walz pronunció un discurso con un claro mensaje: "Es muy posible y probablemente probable que el camino hacia la Casa Blanca pase por este parque en Erie".

Pennsylvania es un estado crucial tanto para la campaña de Donald Trump como para la de Kamala Harris.

Esta semana, durante un mitin en Indiana, Trump declaró: "Si ganamos Pennsylvania, ganamos todo". La estrategia es clara: Trump sabe que no tiene posibilidades de triunfar en estados liberales como Nueva York o California, mientras que Harris enfrenta una dura batalla en bastiones conservadores como Texas y Mississippi.

Esto deja a los estados decisivos, como Georgia, Michigan, Wisconsin y Pennsylvania, como los campos de batalla donde ambos partidos intentarán llevarse la victoria.

Con 19 votos en el Colegio Electoral, Pennsylvania representa el botín más grande dentro de los 270 votos necesarios para asegurar una victoria.


Tanto Walz como Trump son conscientes de que el camino hacia la Casa Blanca no solo pasa por Pennsylvania, sino también por Erie, una comarca clave dentro de un estado columpio.

Históricamente, el condado de Erie ha mostrado un comportamiento electoral cambiante.

En las elecciones de 2008 y 2012, la mayoría votó por Barack Obama, pero en 2016 cambió su preferencia hacia Donald Trump.

Esta tendencia continuó en 2020, cuando el voto regresó a los demócratas con la elección de Joe Biden, reflejando el resultado nacional durante cuatro ciclos electorales consecutivos.

Personalmente, durante los 11 años que viví en Erie, me sorprendió el nivel de actividad política que se genera en torno a las elecciones.

En 2016, la ciudad recibió visitas de figuras destacadas como Bernie Sanders, Bill Clinton, y Tim Kaine, además de un mitin abarrotado para Donald Trump.

Esta constante interacción entre la población y los candidatos muestra el interés y la participación activa de los ciudadanos en los eventos políticos que dan forma a su futuro.

Erie, con su rica historia y su ubicación estratégica, sigue siendo un microcosmos de las dinámicas electorales de Estados Unidos.

Con las elecciones presidenciales a la vista, todos los ojos están puestos en esta ciudad clave, donde cada voto cuenta y cada visita de un candidato podría marcar la diferencia en la carrera hacia la Casa Blanca.