El presidente electo Donald Trump ha extendido invitaciones a varios líderes mundiales, incluido Xi Jinping, para su inauguración, un movimiento que podría alterar la tradición política estadounidense.

En un giro inesperado en la política estadounidense, el presidente electo Donald Trump ha invitado a líderes mundiales, incluyendo al presidente de China, Xi Jinping, a su ceremonia de inauguración programada para el próximo mes.

Este movimiento es considerado inusual, ya que históricamente ningún jefe de estado ha asistido a una inauguración presidencial en Estados Unidos, según registros del Departamento de Estado.

Durante una aparición en la Bolsa de Valores de Nueva York, Trump confesó que ha estado pensando en invitar a algunas personalidades de renombre y además, dejó entrever la posibilidad de que este acto podría ser arriesgado.

"Algunas personas comentaron: 'Vaya, ¿no es eso un poco arriesgado?'. A lo que respondí: 'Puede que sí. Veremos qué sucede'. Pero nos gusta asumir pequeños riesgos", expresó el presidente electo.

La confirmación de esta invitación fue realizada por Karoline Leavitt, la futura secretaria de prensa de la Casa Blanca, durante una intervención en el programa Fox & Friends.

La noticia ha generado una serie de especulaciones sobre el futuro de las relaciones exteriores de EE. UU., especialmente en un contexto donde el mundo espera cómo Trump aplicará su política de 'America First'.

Las preocupaciones han ido en aumento sobre una posible guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo, ya que Trump ha prometido imponer aranceles significativos a China, así como a sus vecinos más cercanos, Canadá y México, si no se toman medidas más efectivas contra la inmigración ilegal y el tráfico de drogas, incluidos los opiáceos como el fentanilo.

Estos movimientos se producen en un ambiente global donde se anticipa que las acciones de Trump podrían tener un impacto prolongado en las relaciones internacionales.

Además, Trump ha manifestado su intención de actuar rápidamente para terminar con la guerra en Ucrania, que ya lleva casi tres años, y ha presionado a los aliados de la OTAN para que aumenten su gasto en defensa, advirtiendo que aquellos que invierten menos del 2% de su PIB podrían no contar con el respaldo de EE. UU. en caso de ser atacados.

El contexto histórico de esta invitación toma relevancia cuando se considera que las inauguraciones presidenciales en EE. UU. tradicionalmente han sido eventos netamente nacionales.

En el pasado, los mandatarios han utilizado estas ceremonias para reforzar su mandato, pero no habitualmente para invitar a figuras internacionales de tal magnitud.

Así, la invitación a Xi Jinping no solo simboliza un intento de Trump por establecer un contacto directo con líderes clave en el ámbito internacional, sino también un indicio de que su administración podría estar buscando un enfoque más abierto y menos convencional en las relaciones exteriores.

En un momento donde el cariz de la política global está en cambio constante, este movimiento será observado de cerca tanto por aliados como por adversarios.

La reacción a estas audaces invitaciones en el ámbito internacional será clave para entender la dirección que tomará la política exterior de Estados Unidos bajo el liderazgo de Trump.