Donald Trump, ex presidente de EE. UU., se enfrenta a un gran desafío en su campaña presidencial por la brecha de género, intentando recuperar el apoyo de las mujeres.

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Washington: El ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, está compitiendo nuevamente por la presidencia, pero se encuentra ante un gran reto: una brecha de género histórica.

Actualmente, se enfrenta a una diferencia de 21 puntos en las encuestas con respecto a las mujeres, un problema que ha intentando manejar de formas poco convencionales.

Trump ha recurrido a mensajes en redes sociales en letras mayúsculas, donde pinta un panorama distópico que él mismo asegura puede resolver.

En sus eventos de campaña, se dirige a lo que llama 'las grandes mujeres de nuestro país', argumentando que están más estresadas, deprimidas y descontentas que hace cuatro años.

Su mensaje es claro: él está aquí para protegerlas.

En un mitin reciente en Indiana, Pennsylvania, Trump declaró: "Creo que arreglo todo esto rápidamente y al fin este... pesadilla nacional terminará. Terminará. Necesitamos acabar con esta pesadilla nacional porque yo soy su protector.

Quiero ser su protector.

Como presidente, debo ser su protector". Promete que las mujeres no volverán a sentirse abandonadas, solas o asustadas, y que no experimentarán más la ansiedad provocada por los problemas actuales del país.

Sin embargo, en sus discursos, Trump no se compromete a crear empleos bien remunerados ni a ofrecer una trayectoria profesional clara.

En lugar de ello, se enfoca en la promesa de precios más bajos en los alimentos, un reflejo de la tradicional idea de que en su versión de América, las mujeres son quienes supervisan las compras del hogar.


Este enfoque demuestra que Trump se presenta como una figura paternal y marital, sutilmente apelando a una noción patriarcal donde, según él, no se necesitan políticas complejas cuando se puede vender una imagen de protección.

A medida que avanza la campaña, Trump se ve acompañado en su camino por figuras como el controvertido Elon Musk y el candidato a vicepresidente J.D. Vance, quien parece anhelar una idealización de los años 50, a pesar de que los logros académicos de su esposa lo superan.

Esta dinámica revela la compleja intersección entre el apoyo de hombres y mujeres en el electorado, donde la masculinidad frágil a menudo requiere de una imagen aún más vulnerable de las mujeres.

En un país donde las mujeres obtienen títulos de secundaria, universitarios y de posgrado a un ritmo más alto que los hombres, Trump se muestra sorprendido de que los hombres permitan que sus esposas asistan a sus mítines sin su compañía.

Ha desatado polémica al sugerir que las líderes mundiales, como Kamala Harris, la actual vicepresidenta de los Estados Unidos, serán tratadas "como un juguete" por sus colegas en el escenario global.

Mientras Trump navega por este complicado paisaje electoral y social, la pregunta que persiste es si logrará recuperar el apoyo de las mujeres y, por ende, su camino a la Casa Blanca o si esta brecha de género se convertirá en un obstáculo insuperable para su ambición presidencial.