Ambos países advierten sobre el impacto potencial de los planes de tarifas de Donald Trump y abogan por la cooperación en lugar de guerras comerciales.

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En un desarrollo preocupante pero predecible, México y Canadá han expresado su oposición a los planes de tarifas propuestos por Donald Trump, quien anunció recientemente que impondría aranceles significativos a sus vecinos norteamericanos tan pronto como asuma nuevamente la presidencia en enero.

Trump, a través de sus redes sociales, propuso un arancel del 25% sobre Canadá al norte y México al sur, a menos que estos países tomen medidas más severas contra el tráfico de drogas y la inmigración ilegal.

Esta decisión, que busca apretar a los líderes de ambos países para que actúen, podría tener graves repercusiones económicas en la región, según advierten analistas.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reaccionó con preocupación, señalando que esta política no solo afectaría a su nación, sino también a los Estados Unidos.

En una declaración pública, Sheinbaum describió los aranceles como "inaceptables" y alertó que fomentarían la inflación y la pérdida de empleos tanto en México como en su país vecino.

Además de los aranceles a México y Canadá, Trump también amenazó con incrementar los impuestos en un 10% a los bienes chinos, a menos que el país asiático implementara la pena de muerte para los traficantes de drogas vinculados a la crisis del fentanilo.

Esta estrategia se enmarca dentro de la política de presión de Trump para abordar la crisis de las drogas, que ha sido un tema candente durante su administración anterior.


Históricamente, Trump ha utilizado tarifas como herramienta de negociación comercial.

Durante su primer mandato, implementó aranceles sobre varios productos, lo que provocó una serie de represalias por parte de otros países, afectando a diversas industrias, incluida la automotriz.

En el contexto actual, la industria automotriz de EE.UU. es especialmente vulnerable, ya que depende en gran medida de las importaciones de piezas y componentes tanto de México como de Canadá.

En este sentido, la advertencia de Sheinbaum de que "un arancel seguirá a otro" es particularmente pertinente, dado que la interconexión económica entre estos países es clave para mantener la estabilidad en sus economías.

Una escalada de sanciones podría no solo perjudicar a las naciones involucradas, sino también impactar negativamente en el consumidor estadounidense.

La comunidad internacional observa con atención el desarrollo de esta situación, que podría dar lugar a nuevas tensiones en las relaciones comerciales en América del Norte.

La cooperación, sugieren líderes de ambos lados, debe ser la vía a seguir en lugar de descender en una guerra comercial que pueda desencadenar consecuencias indeseadas para todos los actores involucrados.

En suma, mientras Trump se prepara para su regreso al poder, la respuesta de México y Canadá destaca la necesidad urgente de diálogo y entendimiento para mitigar los riesgos que las nuevas tarifas podrían acarrear para la región.